Diario de León

Carme Chacón saca a relucir la dura vida de su abuelo anarquista

Rubalcaba dice ser capaz de recuperar la confianza del PSOE.

Rubalcaba, en la reunión con un grupo de jóvenes en una cafetería de Madrid.

Rubalcaba, en la reunión con un grupo de jóvenes en una cafetería de Madrid.

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p. de las heras | madrid
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Al contrario que José Luis Rodríguez Zapatero, Carme Chacón nunca había aireado demasiado la biografía de su abuelo materno, anarquista, superviviente de la Quinta del Biberón, exiliado y activista de la CNT hasta casi el final de sus días. Inmersa en la campaña para su designación como secretaria general del PSOE, la política catalana rompió ayer, por segunda vez en una semana, esa pauta y echó mano de la figura del combativo Francisco Piqueras Cisuelo para prometer a los jóvenes militantes que ella luchará junto a ellos para que no haya una generación perdida.

La exministra de Defensa celebraba en Madrid, como su contrincante, Alfredo Pérez Rubalcaba, un acto con los militantes de menor edad en el partido; solo que el suyo fue en la agrupación socialista de centro, en el barrio de Chueca, y el del exvicepresidente en un café cercano a la siempre concurrida plaza de Santa Ana.

Arropada por el secretario local de las juventudes socialistas y por el fundador de la plataforma Jóvenes con Chacón, Enrique Bravo, la diputada aseguró que pretende luchar contra la «resignación». «Defended la alegría; vamos a pasarlo bien en este proceso —prometió— porque es bonito lo que estamos haciendo». Chacón insiste en que es posible levantar «ya» al partido para ganar las elecciones del 2015. El suyo es un discurso similar al del Zapatero de los primeros años, tanto en la forma como en el fondo. A él se refirió en varias ocasiones para reivindicar la legislatura de 2004 a 2008 y para defender su actuación frente al PP en estos años de crisis. Pero también hizo, a su estilo, un ejercicio de memoria histórica. Recordó a Clara Campoamor, ensalzó el «salto de derechos» de la Segunda República y repudió el «negror» de la dictadura. Y luego, se refirió a los «esplendrosos» tiempos de Felipe González.

Pero, antes, habló de su abuelo que «entró en guerra con 15 años, estuvo en un campo de concentración, en el exilio, en prisión y después en una silenciosa postguerra», que fue, dijo, cuando más tiempo compartieron.

Él le dijo un día: «Mira, niña, a ver si lo entiendes, yo nunca fui joven, la historia de mi país me robó mi juventud». Y de él, dice ella que aprendió que «los dueños del futuro no pueden ser esclavos del presente».

Lo que Rubalcaba dijo a los voluntarios que compartieron mesa y café con él —un grupo más reducido y algo mayores que los «enamorados» de Chacón— es más incierto porque su encuentro fue privado. Pero en unas declaraciones previas, insistió en que no es importante de dónde se viene o cuántos años se lleva en el partido sino «si tiene alguna idea para mejorar las cosas» y si se genera «confianza» que es, a su juicio, la receta que pide este momento político.

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