Diario de León

Casado da un volantazo a la derecha en busca del voto de Vox y olvida el centro

El líder del PP exhibe sondeos como prueba del éxito de su estrategia pero los barones temen

Pablo Casado y Carlos Mazón ayer, en el Congreso del Partido Popular de la Comunitat Valenciana. KAI FÖRSTERLING

Pablo Casado y Carlos Mazón ayer, en el Congreso del Partido Popular de la Comunitat Valenciana. KAI FÖRSTERLING

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Poco queda en el discurso de Pablo Casado de la ruptura con Santiago Abascal. «Hasta aquí hemos llegado», le dijo aquel 22 de octubre del año pasado al líder de Vox. Ocho meses después, el jefe de la oposición ha eclipsado el espíritu centrista que esbozó aquel día con un volantazo a la derecha.

El clic, dicen en su partido, se produjo tras las elecciones del 4 de mayo en Madrid. Casado comprobó que el PP podía ganar con un discurso sin filtros en el campo de juego de la extrema derecha. Las encuestas, afirman fuentes cercanas al líder popular, corroboran el acierto del cambio de estrategia.

En la calle Génova achacan la agresividad en el discurso de su líder a Pedro Sánchez «y sus mentiras». Pero esta visión no es unánime entre la infantería parlamentaria y las organizaciones territoriales, que sí creen que Casado ha virado, ha ‘madrileñizado’ el discurso nacional del partido y se ha lanzado a por los votos de Vox una vez fagocitado Ciudadanos.

Su intervención en el pleno del Congreso del pasado miércoles lo certificaría. Rememoró el clima parlamentario previo golpe de Estado franquista —«hace 90 años nos amenazaban en esta bancada»— le soltó a Sánchez en alusión a las amenazas de muerte, luego consumadas, contra el diputado monárquico José Calvo Sotelo un 16 de junio de 1936. O su interpretación de los bandos en la Guerra Civil, que enfrentó «a los que querían democracia sin ley con los que querían ley sin democracia». Legalidad republicana y golpismo franquista en pie de igualdad.

Casado no se siente concernido por las palabras del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que abogó el pasado 14 de mayo por un PP «más occidental, más europeo, más previsible». Tenía en mente Galicia, pero también Francia y Alemania, donde la derecha aísla a la extrema derecha. Pero el PP de Casado no le hace ascos, se entiende con ella y ahora compite por sus votos.

«La política de tierra quemada no da frutos», afirma un dirigente territorial alejado de las cuitas madrileñas. No son pocos los que en el grupo parlamentario del Congreso no acaban de entender que su partido, por ejemplo, haya ido detrás de Santiago Abascal a recurrir ante el Constitucional la ley de eutanasia, una norma que cuenta con un respaldo mayoritario en la sociedad. Recuerdan algunos diputados que su partido hizo lo mismo con el divorcio, el aborto o los matrimonios homosexuales, y se quedó «colgado de la brocha». El PP, añade, no supo leer por dónde iba una sociedad que absorbió con normalidad esos cambios.

NO LO VEN TAN CLARO

Casado calcula que su estrategia con el acelerador pisado en la demanda de elecciones, la dimisión de Sánchez y sin moción de censura condenada a la derrota dará réditos. Se fija en que Ayuso con un discurso desacomplejado se hizo con el botín de Ciudadanos, propinó un mordisco a Vox y arañó votos socialistas. Según el estudio postelectoral del CIS, la candidata del PP se llevó el 66% de los votos naranjas, el 36% de los de Abascal y el 9% del PSOE. Claro que ese mismo análisis revela que el PP no ganó tanto por su marca sino por su candidata, y Casado no levanta, ni siquiera en su hábitat político de Madrid, las pasiones que desata la presidenta.

Desde la dirección popular, sin embargo, se ufanan de las encuestas como prueba irrefutable del acierto del enfrentamiento sin cuartel. Los sondeos sitúan al PP como primera fuerza con posibilidades de alcanzar la mayoría absoluta con Vox. Pero desde dentro del partido hay voces que alertan de que este escenario es engañoso y responde más al desplome de Ciudadanos que al crecimiento propio. Calculan que ese derrumbe otorga al PP una prima de una veintena de diputados.

Los barones territoriales del partido dejaron claro con su ausencia en la protesta de la plaza de Colón contra los indultos que no iban a seguir a su líder por ese sendero. Comparten las críticas al perdón pero son reacios a compartir calle y megáfono con la extrema derecha.

Abascal miraba sorprendido a Casado el pasado miércoles en el Congreso. Le había arrebatado sus banderas y reconoció tras el pleno su extrañeza por el discurso del que ocho meses antes había quemado las naves de la colaboración.

El presidente Pedro Sánchez, afirma que el líder del Partido Popular protagoniza la «oposición más furibunda de Europa», la que le ha llevado a enfrentarse con los aliados naturales de la derecha, los obispos y los empresarios, a los que reprocha haberse dejado llevar por la «propaganda tóxica» del Gobierno. Casado está persuadido, con el asentimiento de su sanedrín de Génova, de que ha dado con la tecla para ser el próximo inquilino de la Moncloa.

tracking