Diario de León

Casado impuso al PP la ruptura con Vox y busca ahora un nuevo rumbo político

El líder de la oposición se enfrenta al reto de traducir en hechos su discurso de alejamiento de Santiago Abascal

Casado conversa con su vicesecretario de organización Territorial, González Terol, durante la moción de cenura de Vox. MARISCAL

Casado conversa con su vicesecretario de organización Territorial, González Terol, durante la moción de cenura de Vox. MARISCAL

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Pablo Casado ya ha dado el puñetazo en la mesa. Ahora se trata de comprobar si la ruptura con Vox fue un mamporro para salvar la moción de censura o un punto de inflexión en la estrategia de PP. Tiene que decidir si traduce las palabras en hechos o se queda en un ejercicio de gatopardismo para que nada cambie.

Entre los populares reina la euforia por haber salido del endiablado callejón al que les condujo Santiago Abascal, pero, al igual que en los días previos al discurso de su líder, ignoran el rumbo que van a seguir. ¿Cómo dar la vuelta a la moción de censura para que Casado saliera airoso? Esta fue la primera pregunta que se puso en la mesa de la dirección del partido desde que Abascal la anunciara el 29 de julio. El líder de la oposición, según fuentes cercanas, se mostró partidario desde el primer minuto de votar en contra, pero en su equipo no todos opinaban igual. Casado se fue de vacaciones a la localidad abulense de Navas del Marqués con la idea del ‘no’.

A la vuelta quiso cargarse de razones. Consultó a algunos exministros, a dirigentes que respeta por su peso político, a gente de fuera del partido y no hay consenso sobre si habló con José María Aznar. La decisión definitiva se tomó la semana pasada. Casado redactó de su puño y letra la parte nuclear el discurso. La primera que lo leyó fue su mujer, Isabel Torres. También metieron pluma el secretario general, Teodoro García-Egea, y el jefe de su gabinete, Pablo Hispán, viejo amigo del líder popular desde que trabajaban en Faes. El vicesecretario de Comunicación, Pablo Montesinos, y la directora de Comunicación del partido, María Pelayo, también estuvieron al tanto de lo que se cocinaba en la planta noble, la séptima, de la calle Génova. El resto del partido y el grupo parlamentario, ‘in albis’, y, aunque muchos apostaron a que el voto iba a ser en contra, nadie tenía la certeza.

LAS EVASIVAS ERAN MÁRKETING

¿A qué venía tanto secretismo? «Había que generar cierta expectación para centrar el foco» en la intervención de Casado, explica un miembro de su equipo. Las evasivas eran parte del marketing. Había que mover el eje del debate de Sánchez y Abascal al de Casado y Abascal.

Aunque los nervios entre los diputados del PP estaban a flor de piel, el jefe de la oposición se mostraba tranquilo. Pasó el fin de semana en familia. Circo Price con sus dos hijos y paseo por el parque del Retiro. Nada de reuniones maratonianas en el partido. Los últimos retoques al discurso se dieron tras la intervención de Abascal. El resultado fueron 18 páginas leídas en 35 minutos que está por ver si marcan un antes y un después en la legislatura.

Las razones de Casado para dar semejante giro, y con esa contundencia, hay que buscarlas en el estancamiento, y hasta retroceso, del PP que reflejan las encuestas. Las expectativas populares pasaban por alcanzar al PSOE este otoño en expectativas de voto, pero no se han cumplido. El marcaje a Vox y la confrontación global con el Gobierno no daban fruto. La presión interna para cambiar de estrategia, además, crecía día a día. Pero también hay un componente personal. Abascal no escondía en sus conversaciones que pretendía «comerse» a Casado con desdén hacia su capacidad para ser el líder de la oposición. Un desprecio que le dolía por venir de quien venía, como se pudo comprobar en su discurso durante la moción.

La ruptura con Vox tiene lecturas a favor y en contra de los intereses del PP. El portazo satisface a los barones territoriales y a los dirigentes que claman desde hace meses por el alejamiento de la extrema derecha y avalan esa estrategia con el éxito aplastante de Alberto Núñez Feijoó en Galicia, cuarta mayoría absoluta y Vox sin rascar bola. Argumentan que si el PP es capaz de generar un proyecto autónomo, que no mire de reojo a nadie, cabalgará sobre una ola de empatía, y los votantes que se fueron volverán.

NO DINAMITARLO TODO

Aunque también hay peros. Sobre todo el de que mucho tiene que cambiar el panorama político para que Casado no necesite a la extrema derecha para llegar a la Moncloa. El PP, reconocen dirigentes ahora entusiasmados con el divorcio, tendrá que hacer compatible el distanciamiento sin volar todos los puentes.

Pero eso es mirar muy lejos. Ahora hay dos tareas inmediatas. Por un lado, preservar los pactos autonómicos y municipales con los de Abascal en medio de las negociaciones presupuestarias en comunidades y ayuntamientos. Por otro, las negociaciones con los socialistas para renovar el Consejo General del Poder Judicial y oras instituciones, como el Constitucional, RTVE o el Defensor del Pueblo. Lo que suceda en ambos escenarios dará una buena pista sobre los planes de Casado y permitirá constatar si pasa de las musas al teatro o se queda en un gesto para la galería.

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