Diario de León

Casado se resiste a dimitir y convoca el lunes a la junta directiva del PP para ganar tiempo

Los barones apremian a buscar un desenlace rápido frente al «harakiri» y alimentan la vía de un congreso de unidad

El eterno sucesor, Alberto Núñez Feijóo, exige decisiones urgentes a Casado. BRAIS LORENZO

El eterno sucesor, Alberto Núñez Feijóo, exige decisiones urgentes a Casado. BRAIS LORENZO

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Pablo Casado resistió ayer sin dimitir el vapuleo de los barones y altos cargos del PP que le instan a renunciar a la presidencia del partido. Optó por ganar tiempo convocando el lunes una junta directiva nacional, que es el máximo órgano entre congresos, donde medirá sus fuerzas. Su equipo asegura que cuenta con el apoyo de más de la mitad de las provincias aunque su núcleo duro se agrieta. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, exige a Casado decisiones «urgente» para resucitar a un PP «en situación de colapso», mientras su homóloga de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, reclamó «un giro absoluto» ante la situación «insostenible». La crisis del partido alarma a los territorios populares por su impacto a sólo un año de las elecciones. «Como en la etapa abstracta de Picasso, por decirlo de alguna manera...», en palabras de Elías Bendodo, número dos de Juanma Moreno en la Junta de Andalucía, que sintetiza la estupefacción generalizada que se vive en el PP más allá de Madrid.

Mientras Génova y Sol son el objetivo de todos los focos, a la sombra el resto de organizaciones territoriales permanecen atónitas ante el desarrollo de los acontecimientos. La guerra ha encendido todas las alarmas entre los barones, angustiados ante una crisis de incalculables consecuencias que, por si fuera poco, ha estallado a poco más de un año de las elecciones municipales y autonómicas. Antes incluso se celebrarán las andaluzas, probablemente a finales de este 2022, y tal vez las valencianas.

El hartazgo en los cuadros territoriales es patente, ya que serán los primeros en medir el impacto de la crisis en las urnas. El calendario preocupa también en clave interna. Y es que el descarnado enfrentamiento entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso amenaza con convertirse en la enésima eventualidad que altera la agenda de congresos regionales del partido, pendientes de celebrarse en varias comunidades además de Madrid. Pasados los comicios en Castilla y León y alejado el fantasma de un adelanto en Andalucía al menos antes del verano, todo parecía encarrilado para lanzar el maratón de cónclaves, pero ahora todo está en el aire.

Más allá de Alberto Núñez Feijóo, erigido en portavoz oficioso, fueron varios los barones que se pronunciaron ayer, algunos en términos muy crudos. El presidente del PP canario, Manuel Domínguez, dibujaba la pugna interna como un «harakiri» y repartía la responsabilidad por igual entre Casado y Ayuso: «Juntos harían un partido imparable, como se estaba haciendo, pero separados lo han destruido». Para el castellanomanchego Paco Núñez, «la situación es tremendamente complicada», mientras que el extremeño José Antonio Monago imploraba «agotar las vías de diálogo».Los líderes territoriales buscan, sobre todo, una solución rápida. «Ante algo así, no podemos quedarnos tocando la lira observando el incendio. Hay que tomar decisiones drásticas que den la voz al afiliado ya», urgía el catalán Alejandro Fernández. Ahí se encuadraría la convocatoria de un congreso nacional.

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