Diario de León

De Cos avisa de daños estructurales y urge a hacer «reformas ambiciosas»

Pide prolongar estímulos y que la consolidación fiscal se aplique cuando haya crecimiento sólido

Borrell con Patxi López, que preside la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica. FERNANDO ALVARADO

Borrell con Patxi López, que preside la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica. FERNANDO ALVARADO

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El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, afirmó ayer en su comparecencia ante la comisión de reconstrucción del Congreso de los Diputados que en la primera fase de la crisis, la del confinamiento, era necesaria una respuesta contundente en materia fiscal, monetaria, macro y microprudencial, para que un shock temporal ocasionado por la Covid-19 no tuviera efectos permanentes.

Pero esto es algo que, a su juicio, no se ha logrado evitar: ya hay daños estructurales en la economía como consecuencia de la pandemia. Ahora, en la segunda fase, la de la desescalada, la de la vuelta paulatina a la actividad, se han de combinar dos objetivos: por un lado, el apoyo a la recuperación, lo que desaconseja la retirada de las medidas de estímulo de manera temprana o anticipada y por otro lado, un ajuste estructural, afrontar los desafíos estructurales de la economía española que la pandemia ha hecho más apremiantes.

Hernández de Cos, quien anticipó que la contracción del PIB en el segundo trimestre oscilará entre el 16% y el 22%, explicó que la reactivación paulatina de la economía tras la hibernación enfrenta muchos retos y está sujeta a muchas dudas. En primer lugar, las limitaciones y medidas de seguridad sanitaria para evitar el rebrote de la pandemia tienen consecuencias en la recuperación, que puede ser muy heterogénea por sectores. Además, existe una elevada incertidumbre, como consecuencia de que se desconoce cómo va a evolucionar el coronavirus, lo que tiene efectos negativos en el consumo, la inversión y también en los flujos comerciales e internacionales. En tercer lugar, pese a la adopción de medidas de apoyo a la economía, comienzan a verse «daños estructurales» en la economía «que no se han podido evitar».

«Es importante que se identifiquen a tiempo», aseguró Hernández de Cos.

La última característica de la desescalada que mencionó fue que la pandemia puede «provocar cambios estructurales en la economía».

«Tenemos la sensación de que hay algunos elementos estructurales que están aquí para quedarse». En este contexto, el gobernador del Banco de España animó a desarrollar una agenda de reformas estructurales ambiciosas. «Los daños estructurales que sufre la economía hacen más necesaria que nunca» esta agenda, que ha de ser «ambiciosa, urgente, integral, permanente, evaluable y basada en consensos amplios». Respecto a esto último insistió en la necesidad de un gran acuerdo para varias legislaturas. Unas primeras líneas de actuación han de pasar por el mantenimiento de las medidas de estímulo ya puestas en marcha, como la extensión de los expedientes de regulación temporal de empleo (erte) y la prolongación de los avales públicos, dado que puede haber empresas a las que se les cierre la financiación sin las garantías estatales. A estas medidas deben incorporarse otras adicionales, como las políticas activas de empleo y la formación de los trabajadores, para mejorar la empleabilidad y la recolocación en sectores de mayor recorrido futuro. Además, animó a revisar los procesos de reestructuración e insolvencia de las empresas, para que las compañías con dificultades financieras tengan acceso a un marco de reestructuración preventiva y puedan continuar con su actividad.

El responsable económico señaló la importancia de aplicar un impulso fiscal que oriente la recuperación del sistema productivo, con una inversión estatal que haga uso de los fondos europeos y que supla la pérdida de gasto privado.

POCA PRODUCTIVIDAD

Más allá de las necesidades inmediatas, Hernández de Cos afirmó que se ha de definir una agenda ambiciosa que aborde el bajo crecimiento potencial de la economía española, cuya causa reside en su reducida productividad y que hay que atajar con medidas que fomenten el crecimiento de las empresas y la competencia, la mejora del capital humano y del tecnológico, que adolece de una sustancialmente menor inversión pública y privada. Además, hay que atender los desafíos de un mercado de trabajo que desde 1980 ha tenido una tasa de paro promedio del 17%, por encima de la media comunitaria, y además, con una elevada tasa de temporalidad.

De Cos sugirió la puesta en marcha de contratos con costes de despido crecientes o modelos mixtos, como la mochila austriaca. Otras ideas que lanzó fueron los contratos de formación «con la mayor flexibilidad posible», así como la revisión de las bonificaciones, para dirigirlas sobre todo a los jóvenes y a los más difícilmente empleables. En cuanto al progresivo envejecimiento de la población, advirtió de las consecuencias que tendrá sobre las cuentas públicas, y especialmente en el sistema público de pensiones. Sugirió que «el punto de partida debe ser fijar el nivel de prestaciones que queremos y asegurar los recursos con principios de equidad intergeneracional». En este sentido, se refirió a que en Alemania, Suecia o Italia se han producido ajustes entre la esperanza de vida y las prestaciones o la esperanza de vida y la edad de jubilación. Añadió que también hay que reflexionar sobre el papel que se quiere que desempeñe el ahorro privado.

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