Diario de León

La crisis de Ceuta deja más tocado a Marlaska y oscurece su futuro

Si Justicia ve ilegales las entregas de menores a Rabat sería un punto de inflexión para Interior

La mayor polémica ha sido restituir en su puesto al coronel Diego Pérez de los Cobos. RODRIGO JIMÉNEZ

La mayor polémica ha sido restituir en su puesto al coronel Diego Pérez de los Cobos. RODRIGO JIMÉNEZ

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Cuando en junio de 2018 Pedro Sánchez anunció que al frente de Interior situaría a Fernando Grande-Marlaska, numerosos socialistas no ocultaron su estupefacción. «¿Pero no es del PP?». Arrastraba la fama de estar mucho más cerca de las tesis populares que de las socialistas, entre otros motivos, porque en ese momento era vocal del Consejo General del Poder Judicial a propuesta de los liderados por aquel entonces por Mariano Rajoy. Aquellos ‘pecados originales’ se fueron diluyendo, pero no desaparecieron del todo. Se especuló con que estuvo a punto de salir del Gobierno en la remodelación que hizo Pedro Sánchez en julio, pero al final siguió al frente del cargo. No está muy claro hasta cuándo porque la crisis surgida en Ceuta le ha colocado en una situación muy comprometida.

Si la Justicia acaba por declarar que la repatriación de 700 menores es ilegal, muchos dirigentes socialistas creen que su situación será insostenible.

Desde que llegó al ministerio, Marlaska ha vivido de forma permanente en la tormenta. Lo curioso, procediendo de la carrera judicial, con casi tres décadas de experiencia en diferentes juzgados de toda España -incluidos destinos complicados como Bilbao en los ‘años de plomo’ o la Audiencia Nacional- es que las mayores broncas han sido debido a desautorizaciones de sus excompañeros. La más grave, la sentencia que obligó al Ministerio del Interior a restituir en su puesto al coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos.

Pero, aunque pueda parecer lo contrario, esas polémicas le han llegado a fortalecer internamente en ciertos momentos. «No hay nada como que el PP y Vox se lancen a degüello contra un ministro para que se cierren filas dentro del partido», afirma un veterano socialista. Marlaska se ha convertido en uno de los objetivos prioritarios de los dos grupos conservadores en el Congreso.

La formación de ultraderecha suele utilizar a Ignacio Gil Lázaro como ariete. Es el mismo diputado, entonces en las filas del PP, que abrasó durante años a Alfredo Pérez Rubalcaba a costa del ‘caso Faisán’. El exministro del Interior le llegó a decir durante un pleno en la Cámara baja: «¿Qué haría usted sin mí los miércoles? ¿De qué hablaría? Y, sobre todo, ¿qué haría cuando pasea por esas tertulias de extrema derecha glosando infamias que ha dicho en esta Cámara? Es (usted) como la canción de Amaral: ‘Sin ti no soy nada’». Cosas del destino, el ‘caso Faisán’, el presunto chivatazo al dueño de un bar de Irún al que la policía investigaba por pertenecer a la red de extorsión de ETA, se convirtió en un dolor de cabeza para Rubalcaba y para Zapatero. El encargado de llevar aquella investigación fue, precisamente, Marlaska, entonces juez de la Audiencia Nacional.

Su capacidad para mantenerse firme ante los ataques del PP y Vox ha hecho que gran parte de los recelos iniciales se hayan diluido y los socialistas le vean ahora casi como a «uno de los nuestros». «Haberle echado en julio yo creo que hubiese sido un error porque habría parecido que los populares se cobraban una pieza», afirma un cargo del Partido Socialista. Pero la realidad es que sobrevivió de milagro a la purga ministerial.

Curiosamente, uno de los temas más mediáticos, el acercamiento de presos de ETA a cárceles de Euskadi y Navarra, no es uno de los que más daño le están haciendo internamente. Se trata de un asunto en el que cuenta con el respaldo de Pedro Sánchez y, sobre todo, de los socialistas vascos y navarros. Es una cuestión delicada en la que las principales asociaciones de víctimas del terrorismo no ocultan su malestar y en la que algunos sectores del PSOE piensan que se debería que actuar con más prudencia. Pero también es cierto que buena parte de los socialistas creen que se trata de una polémica amortizada.

Durante los últimos tres años, Marlaska ha sabido ganarse a parte del partido, y eso a pesar de que muchos piensan que «no acaba de darse cuenta que está en política, no en la Audiencia Nacional». Que le hace falta un poco más de «mano izquierda».

Pero lo de Ceuta amenaza con convertirse en un punto de inflexión.

Las críticas han ido subiendo de tono. Dolió la del Defensor del Pueblo, el histórico socialista Fernando Fernández Marugán. Su futuro, piensan algunos en las filas socialistas, dependerá de lo que acaben decidiendo sus antiguos compañeros de la judicatura. Hay quien cree, no obstante, que aunque la Justicia dictamine que la devolución de menores fue ilegal, Marlaska aguantará en su puesto. En cualquier caso, tres años en la tormenta.

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