Diario de León

Cs busca blindar su alianza con Sánchez encajonado por el giro al centro del PP

Arrimadas tiene intención de mantenerse «hasta el final» en la negociación de los Presupuestos aunque participe ERC

El rey, Pablo Iglesias y Arancha González son recibidos por el presidente del Senado boliviano, a su llegada a Bolivia. MARTÍN ALIPAZ

El rey, Pablo Iglesias y Arancha González son recibidos por el presidente del Senado boliviano, a su llegada a Bolivia. MARTÍN ALIPAZ

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Aún no había asumido las riendas del partido cuando el pasado 20 de febrero Inés Arrimadas decidió dar el paso que Albert Rivera no quiso o no se atrevió a dar. La líder ‘in pectore’ de Ciudadanos acordó con Pablo Casado que irían juntos a las elecciones vascas, se harían poca o ninguna competencia en las gallegas y colaborarían también en las catalanas, sin fecha por aquel entonces. El partido liberal parecía renunciar de modo definitivo a su papel de bisagra, capaz de pactar a izquierda y derecha del tablero, y resignarse a convertirse poco más que en un satélite del PP. Entre las voces críticas de la formación hay quién incluso vio en ese movimiento la primera piedra de una fusión con los conservadores. Pero eso fue hace nueve meses, en tiempos de la vieja normalidad, antes de que el coronavirus llegase a España arrasando con todo a su paso.

Sin embargo, en la dificultad surgen oportunidades y Arrimadas vio la suya con el estallido de la pandemia. Con el país confinado a la espera de doblegar la curva epidemiológica, Ciudadanos decidió levantar el cordón sanitario al PSOE y negociar su respaldo a la cuarta prórroga del estado de alarma en un momento muy delicado para el Gobierno porque el PP comenzaba a transitar del sí al no.

Desde entonces, los liberales han estrechado los lazos con el Ejecutivo y se han convertido en un aliado estable, con el que Pedro Sánchez consiguió sacar adelante el decreto de ‘nueva normalidad’, y que encontrará su máxima expresión con la intención de Ciudadanos de tramitar los Presupuestos del 2021 y pelear su presencia en las negociaciones hasta el último minuto. Una estrategia de difícil encaje incluso dentro de sus filas. «Vamos a estar ahí hasta el final», insisten en la dirección, que se resigna a salir en la foto con Esquerra y niega el malestar interno.

Las conversaciones con el Gobierno comenzaron en verano mientras la covid-19 daba un respiro al país. Los liberales discutieron con Moncloa el marco para el acuerdo y llegaron a un pacto que les permitiría sentarse en la mesa de negociación. Todo en el más absoluto secreto.

«Hemos optado por la discreción para hacerlo bien», insisten en el entorno de Arrimadas, reacios a desvelar su hoja de ruta para sacar el máximo jugo naranja a las cuentas públicas. En la cúpula de Ciudadanos son muy conscientes de que tienen que jugar muy bien sus cartas y hacer valer sus diez diputados para poder mantenerse a flote y salvar su codiciado electorado, por el que pelean Sánchez y Casado. Enfrente, Unidas Podemos, enemigo acérrimo de los liberales que intenta un día sí y otro también sacarles de la negociación.

«Les hemos servido un plato de Presupuestos escrito por PSOE y Unidas Podemos y dicen ¡qué ricos! Se los van a comer con patatas. Están desesperados por soltarse del mordisco de Vox», escribió el portavoz de los morados, Pablo Echenique, en Twitter, una vez cerrado el borrador presupuestario entre los dos socios de Gobierno.

GESTOS CON LOS SOBERANISTAS

Tampoco se lo están poniendo fácil los socialistas con gestos constantes hacia Esquerra, a quien Sánchez insiste en mantener en la ecuación presupuestaria. Primero, poniendo sobre la mesa el indulto para los presos del ‘procés’, después, aprobando el decreto de alarma con las modificaciones que sugirieron los republicanos y ahora eliminando el castellano como lengua vehicular en la enseñanza.

Pese a los vetos que insisten en esgrimir, Arrimadas y su círculo se mantienen optimistas sobre la posibilidad del acuerdo y ya no ponen como condición para negociar que el Ejecutivo no lo haga con los independentistas. Admiten que el presidente intente sacar las cuentas negociando con los dos a la vez y reconocen que ya no es «imposible» sumarlos a ambos.

«Si no estuviéramos nosotros —señalan en la cúpula naranja—, seguro que Esquerra le sacaría muchas partidas al Gobierno».

Aún así consideran imposible que los Presupuestos que pueda apoyar Ciudadanos los pueda avalar la formación de Oriol Pujol. «Somos muy incompatibles», insisten en público y en privado.

Pero la situación se le está poniendo cada vez más complicada a Arrimadas. No sólo porque ERC haya decidido volver a la senda del acuerdo y quiera vetar a su grupo a las puertas de una campaña catalana, sino porque el último giro de Casado la ha dejado descolocada y amenaza con recortar el espacio político que hasta ahora ocupaba Ciudadanos.

«El futuro de España pasa por el centro, y en el centro está el PP», reivindicó el líder de los populares, Pablo Casado, ante la cúpula del partido el martes pasado, dejando a los liberales al borde del precipicio.

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