Diario de León

La derrota del proyecto de ley de remanentes da un serio aviso a Sánchez de su minoría

Anticipa un curso político endiablado para el Ejecutivo y supone también una advertencia para los Presupuestos

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una de sus intervenciones en el Parlamento. FERNANDO VILLAR

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una de sus intervenciones en el Parlamento. FERNANDO VILLAR

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La estrepitosa derrota del Gobierno de Pedro Sánchez en el decreto-ley de remanentes de los ayuntamientos ha sido la crónica de un revés anunciado y anticipa un curso político endiablado para el Ejecutivo. El asunto ya nació mal y torcido cuando salió adelante en pleno verano en la ejecutiva de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) con el voto de calidad de su presidente, Abel Caballero, alcalde de Vigo. No se entiende el empecinamiento del Ministerio de Hacienda en sacar adelante esta iniciativa en un contexto de división política tan acentuada, cuando el frente de alcaldes en contra era muy poderoso y muy transversal.

El Congreso ha rechazado la propuesta que teóricamente pretendía dotar a los municipios de un mecanismo legal para poder destinar fondos a las estrategias públicas contra la covid ya que, según la Ley de Estabilidad aprobada en la época de Cristóbal Montoro, no pueden utilizar sus remanentes de tesorería para aumentar el déficit y los tienen que destinar para amortizar la deuda. Pero aun cuando el propósito fuera bueno, aun cuando se trataba de una normativa que no establece ninguna obligatoriedad porque era de adhesión voluntaria, el procedimiento empleado ha revelado enormes lagunas. Los consensos hay que trabajarlos, no caen del cielo como fruta madura.

Sería una exageración pensar que esta derrota del Ejecutivo de coalición PSOE-Unidas Podemos conduce al final de la legislatura. El Gobierno, de hecho, no lo considera todavía un aviso para navegantes. Pero no lanza desde luego una señal para la fortaleza. Más aún, puede convertirse en una primera advertencia de lo que supone gobernar en minoría parlamentaria y de la necesidad de tejer acuerdos con humildad, con inteligencia y con habilidad.

Y es que el telón de fondo de esta derrota es crucial para la viabilidad de la legislatura de Sánchez y no es otro que el debate de los Presupuestos Generales del Estado. Un proyecto que debe ser negociado con otros grupos distintos a los partidos que componen el Ejecutivo de coalición y que van a exigir un decantamiento estratégico al presidente.

En las últimas semanas ha dado la impresión de difuminarse determinadas líneas rojas o vetos cruzados en función, precisamente, de la emergencia sanitaria y económica que obliga a poner en marcha, cuanto antes, planes de choque para evitar el naufragio.

El Ejecutivo iniciará su negociación con ERC y pronto se verá si sus posiciones sobre la mesa de diálogo en Cataluña son asumibles o no, en buena medida porque los republicanos se ven condicionados por el empuje de Puigdemont en las encuestas con su discurso de irredentismo y confrontación radical con el Estado. También se verá muy pronto si los cuatro votos del PDeCAT surgidos tras la escisión de esta formación pueden ser un interlocutor solvente que intentaría rescatar la vieja filosofía pactista de los convergentes. No cabe duda que en un sector del soberanismo catalán, a pesar de los destrozos emocionales y políticos provocados por el ‘procés’ sigue siendo una referencia, sobre todo ahora que la coalición PNV-PSE marca un territorio de estabilidad en Euskadi que puede tener efectos en la política española.

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