Diario de León

«No dijimos que Sánchez lo esté haciendo bien»

Daniel Innerarity. EFE

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Daniel Innerarity (Bilbao, 1959) ha sido uno de los nueve expertos académicos que elaboraron la metodología con la que el Gobierno ha evaluado el grado de cumplimiento de sus compromisos. Y ahí está una de las claves para entender lo sucedido. Los catedráticos sólo plantearon un guión, una hoja de ruta sobre la cuál el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha calculado que ha ejecutado ya el 23% de sus promesas, una cifra que ellos no pudieron validar.

Al catedrático de Filosofía Política le duelen algunas críticas, pero no se arrepiente. Todo lo contrario, cree que el informe solo es un primer paso que también puede ayudar a la oposición.

—Visto lo visto, ¿lamenta haber participado en este informe?

—No. Sabía que en medio de una trifulca política tan fuerte podía pasar algo así. Nos debemos acostumbrar a las críticas. Hombre, hay algunas que te duelen un poco más, las que aluden a la falta de profesionalidad, a una inclinación hacia el Gobierno... Esto se ha sacado de madre porque parece que nosotros hemos validado la acción del Ejecutivo. La comisión no ha dicho si el Gobierno de Sánchez lo está haciendo bien o mal. Imagínese que Sánchez hubiera decidido mandar una nave a la Luna. A mí no me preguntaban si estaba bien la idea, sino si se había hecho.

—Pero es verdad que al final se ha convertido casi en un ejercicio de propaganda por parte del presidente. El triunfalismo de Sánchez no ayuda a despejar las dudas.

—Es posible. Pedirle a los políticos que de cualquier acto de este estilo no intenten obtener un rédito es como pensar que las empresas no deben ganar dinero. Me gustará más o menos, pero forma parte del juego político.

—¿Hubiese aceptado si se lo hubiese pedido un Gobierno presidido por Pablo Casado?

—Por supuesto. Lo importante es que alguien se someta a un proceso de objetivación de algo tan etéreo como una promesa, que no deja de ser un brindis al sol. Que el debate público en este país deje de tratar sobre Franco o los bolivarianos y pase a ser sobre datos concretos verificables es un grandísimo avance. Esto fortalece a todos. El Ejecutivo ha cogido este informe y ha hecho una rendición de cuentas que le pone muy bien, pero este mismo documento sirve a la oposición para fiscalizar de ahora en adelante la acción de gobierno.

—¿Y haber cumplido un 23% de lo prometido es para echar cohetes?

—No entramos en eso. Sobre esos porcentajes no tuvimos nada que decir.

—¿Pero los confirmaron?

—Nuestra función era sólo proporcionar una metodología. Para decir si eso es correcto o no yo tendría que ir a las 1.200 promesas, analizarlas, medirlas, hacer un cálculo algorítmico... Y no puedo. Mi competencia es plantear una metodología. Y si la han seguido, esas cifras serán correctas.

—Pero no lo pueden confirmar. ¿No habría que certificar que lo que dice el Gobierno es verdad?

—Claro, pero nosotros lo que damos por bueno es que si se aplica esa metodología se pueden sacar esas cifras. Para verificarlo tendríamos que tener una oficina y eso no lo podemos hacer nueve catedráticos. Se tiene que generar un espacio de confianza. Quien lleva esto en el Gobierno ha confiado en una serie de personas y nosotros confiamos en que se respeta nuestra independencia de juicio y que no se utiliza para un ejercicio de propaganda.

—¿Cuál ha sido la metodología?

—El punto de partida es la firma del acuerdo de gobierno de coalición. Un comité de técnicos de Moncloa, no nosotros, identifica ahí y en otros manifiestos o intervenciones del presidente alrededor de 1.300 promesas.

—Es decir, el número de compromisos lo fija el Gobierno.

—Claro, salvo que nos dedicáramos un mes entero a ello, que no ha sido el caso, es imposible que lo hagamos nosotros.

—Y sobre ese texto intervienen.

—Eso es. A partir de ahí intervenimos nosotros. Hacemos una valoración a varios niveles. Por ejemplo, en cuanto a la solemnidad de la promesa: no es lo mismo en un programa de gobierno que una hecha en una entrevista a un medio. También sobre su grado de cumplimiento: si se refería a un acto en concreto o a un proceso, porque no es lo mismo decir que va a construir una carretera que decir que va a luchar contra la violencia machista; no es lo mismo que esté en tu competencia o no... Pero es verdad que habría que ir más allá.

—¿A qué se refiere?

—Tú puedes hacer una promesa sobre la lucha contra la violencia de género, y la puedes cumplir o no. Pero vamos a ver si hemos conseguido reducir la violencia machista. Pero ahí no entramos. Dejamos fuera lo que yo diría que es lo más importante.

—¿Por qué decidió participar?

—Mi oficio es tratar de pensar las condiciones para mejorar la democracia y no puedo negarme cuando alguien me pide ayuda para hacerlo. La segunda razón es la profesionalidad y prestigio del resto de miembros de la comisión.

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