Diario de León

Una dirección bicéfala que tira en dos sentidos

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ERC y Junts también chocan en el papel que debe jugar el Consejo para la República, liderado por Carles Puigdemont, y que ayer se abrió a introducir cambios y reformular su gobernanza. El expresidente reclama un rol central en el puesto de mando del nuevo estado mayor secesionista.

El otro gran escollo es Madrid. Junts exige unidad de acción independentista en el Congreso, mientras que los republicanos prefieren marcar perfil propio, como hasta ahora en que han abogado por facilitar la gobernabilidad española. Esta discrepancia se traslada a la mesa de diálogo. Es la apuesta de ERC para buscar una solución a la cuestión catalana.

El acuerdo suscrito entre Esquerra y la CUP, que ha provocado un ataque de celos a los postconvergentes, da dos años de margen al diálogo con el Gobierno. Si en ese tiempo no hay avances, republicanos y anticapitalistas se comprometen a prepararse para un nuevo «embate democrático» contra el Estado preferiblemente en forma de referéndum. Aragonès, que prometió someterse a una moción de confianza a mitad de legislatura, evitó en su discurso de investidura hablar de plazos en el diálogo con la Moncloa y no concretó su hoja de ruta soberanista. Este martes podría dar más pistas. Junts presiona con la vía unilateral.

En cuanto Laura Borràs abra una nueva ronda de contactos para proponer un nuevo candidato, tras el fracaso en el primer pleno de Aragonès, los socialistas volverán a intentarlo con Salvador Illa como alternativa. Su elección, en cualquier caso, es inviable.

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