Las elecciones de Cataluña y los indultos marcan el inicio del nuevo curso político...

El curso político nacional comienza cubierto de nieve y pendiente de la evolución de los indicadores de la pandemia. Pero el acontecimiento que mira con atención el Gobierno central, porque de él depende en parte su futura estabilidad en lo que queda de legislatura, es la cita electoral en Cataluña, prevista para el 14 de febrero, si las cifras del coronavirus lo permiten y no hay aplazamiento.

Son los primeros comicios desde 2012 que no tienen carácter plebiscitario, aunque JxCat intentó que sí lo fueran, y a pesar de que lo que se decide es quién será el próximo presidente de la Generalitat, el sustituto de Quim Torra, y qué formación se hace cargo del Ejecutivo autonómico, todo lo que ocurra el 14-F tendrá efectos sobre la política española. Tanto en la pugna que libran las tres fuerzas de la derecha, que en Cataluña luchan por posiciones alejadas del podio, como en lo que tiene que ver con la gobernabilidad del Ejecutivo central y el mantenimiento de la mayoría que facilitó la investidura de Pedro Sánchez. Para el líder socialista no será lo mismo un gobierno encabezado por Laura Borràs que uno liderado por Pere Aragonès con el apoyo de los comunes.

En el independentismo, JxCat y ERC se juegan la presidencia de la Generalitat. Salvador Illa podría ganar, según la encuesta de El Periódico, pero formar gobierno ya es otro cantar, dado que, de entrada, la suma de las formaciones constitucionalistas es muy poco probable que alcance la mayoría absoluta. La batalla entre las dos fuerzas secesionistas está por el voto útil soberanista, apelando al miedo a la posible victoria de los socialistas. La precampaña está girando en torno a la gestión de la pandemia y también a los posibles pactos tras los comicios.

ERC, con los indepes

El candidato de ERC, Pere Aragonès, reiteró este domingo su apuesta por un acuerdo entre las cuatro formaciones independentistas que pueden obtener representación (Esquerra, JxCat, PDeCAT y la CUP) y los comunes. Un pacto entre los grupos partidarios de un referéndum para trabajar por la reconstrucción tras la covid y para buscar una salida a la cuestión catalana. Esquerra aboga por empezar a abrir los bloques y dar cancha al PDeCAT para restar a Junts.

JxCat replicó acusando a los republicanos de querer un gobierno tripartito con los comunes y los socialistas. «Pactar con partidos no independentistas es legítimo, pero aleja a Cataluña de la independencia y nos condena a no salir de la autonomía», afirmó este domingo Laura Borràs, candidata postconvergente a la presidencia de la Generalitat en un acto de partido.

En el mismo, Carles Puigdemont, cabeza de cartel simbólico, cargó contra quienes desde ERC buscan guerra sucia en la campaña. «No hemos ido a la cárcel ni al exilio para morder a otros independentistas», denunció. JxCat y ERC pugnan por la presidencia, discrepando en la hoja de ruta soberanista. Los republicanos apuestan por el diálogo y la colaboración con el Gobierno central y abogan por la amnistía y la autodeterminación, a la espera de que Sánchez mueva ficha con los indultos, el elemento que marcará la próxima legislatura catalana. Los de Puigdemont, en cambio, rechazan ser un actor que dé estabilidad a la política española y llaman a mantener la confrontación con el Estado para regresar a octubre de 2017.

Las encuestas de este fin de semana coincidían en que todo está en el aire y en que el PSC ha recobrado empuje con la designación de Salvador Illa. En el primer sondeo, los socialistas obtendrían la primera plaza, seguidos muy de cerca por ERC y JxCat, y en el segundo Esquerra se apuntaría el primer puesto, por delante de JxCat y el PSC.

En ambas muestras resultaban factibles tanto la mayoría absoluta independentista como la de un eventual tripartito de izquierdas. En las dos encuestas, además, el ministro de Sanidad aparecía como el preferido para ser el próximo presidente de la Generalitat.