Diario de León

Pedro Sánchez secretario general del psoe

La esperanza de los socialistas

Sus más cercanos le definen como una persona con una energía desbordante.

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e. santos / l. ramos | madrid
León

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El PSOE espera haber encontrado en Pedro Sánchez a su Matteo Renzi particular, un dirigente capaz de levantar a un partido aturdido tras sucesivos batacazos electorales y en el que gran parte de sus electores ha perdido la confianza.

Trabajador nato, seguro de sí mismo, con una energía desbordante y madera de líder, capaz de ponerse en el lugar de los demás; así definen algunos de sus más cercanos a Sánchez, un desconocido hace dos meses y ayer ratificado como quinto secretario general del PSOE.

De 42 años, este madrileño, con preparación académica, idiomas y un don natural para empatizar, que nunca sale mal en fotos y da bien en televisión, deberá demostrar que tiene cintura suficiente para conducir a los socialistas al final de la travesía del desierto por la que deambulan desde años.

No tiene mucho tiempo para ello porque las elecciones autonómicas y municipales están próximas y en los círculos socialistas se interpreta que, o el PSOE tiene un resultado aceptable o Sánchez no tendrá ocasión de seguir demostrando nada.

El suyo es un ascenso meteórico porque hace apenas año y medio ni siquiera era diputado y ahora sueña con ser candidato a presidente del Gobierno, con permiso de Susana Díaz.

Desde que arrasó en la votación de los militantes se ha visto con todos los dirigentes de su partido y ha hablado con referentes como Felipe González en su afán por dejarse aconsejar para formar una ejecutiva de unidad e integración, como prometió desde el principio, que combine experiencia y renovación.

Como jugador de baloncesto -estuvo en el Estudiantes hasta los 21 años y es miembro del patronato de ese club madrileño- Sánchez sabe que el equipo es fundamental.

Hasta ahora su carrera política había sido más bien discreta, aunque su eficacia era sobradamente conocida en el PSOE, hasta el punto de que Rubalcaba le encargó que coordinara la Conferencia Política de noviembre pasado.

Se presentó el 12 de junio como el «candidato de la carretera», y lo ha sido. Antes de confirmar sus aspiraciones ya había recorrido en coche 30.000 kilómetros durante ocho meses para darse a conocer a los afiliados y, durante la campaña, ha dormido en sus casas, ha hablado, les ha besado y se ha fotografiado con ellos.

A finales de 2013 su nombre comenzó a circular como aspirante a las primarias en las que se elegiría al cartel electoral a Moncloa, pero había tantos candidatos de peso -Eduardo Madina, Carme Chacón, Patxi López- que no se le tuvo en cuenta.

Ferraz no le dio papel alguno en la campaña de las europeas, pero no le importó, acudió a dar mítines a las agrupaciones locales que le pidieron colaboración y cerró en Baleares, con dos de sus compañeros de escaño más cercanos: Sofía Hernanz y Pablo Martín.

La debacle en esos comicios y la decisión de Rubalcaba de irse y convocar un congreso extraordinario cambió los planes de los protocandidatos. Como el resto, Sánchez no tenía claro si presentarse a la secretaría general, pero la suerte se puso de su lado y supo capitalizarla.

Ahora deberá desprenderse del sambenito de estar bajo la tutela de la presidenta andaluza que le han colocado algunos de sus compañeros, que creen que está «guardando la silla» a Susana Díaz para cuando ésta decida saltar a la política nacional.

Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid, máster en Economía Política Europea por la Universidad Libre de Bruselas y en Liderazgo Público por el IESE, Sánchez sabe inglés y francés.

Fue concejal en el Ayuntamiento de Madrid entre 2003 y 2007, con Trinidad Jiménez como portavoz, que en esa época ofició su boda no religiosa.

Entró en el Congreso en 2009 para ocupar la vacante que dejó Pedro Solbes.

Casado con Begoña Fernández, a quien conoció en una fiesta, tiene dos hijas.

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