Diario de León

Feijóo cogerá las riendas del PP con el reto de resucitarlo como alternativa a Sánchez

El líder gallego deberá coser heridas internas y trazar un proyecto político inmediato para recuperar el terreno perdido

Alberto Núñez Feijóo el pasado jueves a su llegada a la calle Génova. J. J. GUILLÉN

Alberto Núñez Feijóo el pasado jueves a su llegada a la calle Génova. J. J. GUILLÉN

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Su nombre está en boca de todos los barones del PP como el perfecto sucesor de Pablo Casado, pero, aun así, Alberto Núñez Feijóo se resiste a anunciar formalmente su salto a la arena política nacional. El jueves, tras una cumbre de cuatro horas en las que escuchó loas y parabienes sobre la imperiosa necesidad de su liderazgo, el presidente de la Xunta se negó a dar más pistas sobre su futuro. Lejos de permitir que le marcasen los tiempos, los puso él. Lo hizo cuando recordó los plazos del proceso orgánico que, insistió, hay que respetar. «No voy a hacer ninguna valoración sobre ocupar una vacante que no es tal, ni la presentación a un congreso que no está convocado», aseguró de madrugada a las puertas de Génova.

Esa exhibición del ‘galleguismo’ que le ha identificado a lo largo de su carrera es el contrapunto de las muchas expectativas generadas en torno a un desembarco en Madrid que, ahora sí, se da por hecho ante la gravedad de la quiebra interna y el clamor a su favor de los barones. La convicción general en el PP es que no hay otro valor similar en sus filas. Le avalan su larga experiencia en las administraciones central y autonómica y su tirón electoral. Feijóo es la única opción para intentar salir del abismo al que se ha asomado la formación conservadora, que ha vivido en los últimos días la mayor crisis en su historia, atajada con la dimisión, traumática y en diferido, de su líder.

En apenas tres meses, Casado ha pasado de encabezar todas las encuestas hacia la Moncloa —salvo el CIS—, a verse empujado por la rampa de salida hacia su casa. Atrás deja un liderazgo de volantazos ideológicos, que le condujeron desde postulados iniciales cercanos a Vox hasta posiciones más centristas. El todavía máximo dirigente del PP ha estado siempre a la derecha de sus líderes territoriales, que desconfiaban de la estrategia de imitar a Santiago Abascal. Todos salvo quien ha terminado siendo su principal enemiga, Isabel Díaz Ayuso, favorable a entenderse sin complejos con Vox.

Feijóo ha sido siempre uno de los barones más contrarios a cualquier tipo de acuerdo con la extrema derecha, si bien es cierto que nunca ha tenido que enfrentarse en primera persona a ese dilema. Gobierna desde 2009 con mayoría absoluta y los de Abascal no tienen representación en las instituciones gallegas. «No hay ni un solo concejal de Vox», alardeaba recientemente el presidente gallego, dando a entender que es su estrategia la exitosa para contener a la extrema derecha.

Feijóo siempre ha exhibido una clara intención de marcar perfil propio con respecto a Génova y acentuar el carácter regionalista del PP de Galicia. Además, apostó desde el principio por un tono moderado que se hizo más audible tras la victoria de Casado en las primarias de 2018 y su pretendido giro a la derecha tras la ‘era Rajoy’. Quienes conocen bien al dirigente gallego apuestan por que entre sus primeros cambios estará el de ejecer una oposición menos inflamada y más «institucional». Sabe, además, que en su primera y protocolaria visita a la Moncloa ya investido como nuevo líder del PP, Pedro Sánchez pondrá sobre el tapete la renovación pendiente del Consejo General del Poder Judicial y le exigirá mover ficha. Tras varios intentos fallidos, y cuando se han cumplido más de tres años desde que venció el mandato del órgano de gobierno de los jueces, la presión sobre la renovación ha ido en aumento en las últimas semanas. La situación comienza a ser dramática en algunas de las salas del Tribunal Supremo, especialmente la de lo Contencioso-Administrativo; y el bloqueo impide, a priori, renovar el Constitucional el próximo junio.

La convivencia orgánica del partido se alza también entre los retos que tendrá que encarar Feijóo. En concreto, apaciguar a Díaz Ayuso y poner en marcha el congreso regional de Madrid que lleva meses demandando la presidenta autonómica, germen de la batalla que ha asolado al PP estos días. Aunque el líder gallego no ha mostrado simpatía por la forma de hacer política de Díaz Ayuso, siempre ha defendido su «derecho» a liderar la organización en su región como hacen los demás presidentes autonómicos, él incluido. «Lo que sería muy sorprendente es que la presidenta de la Comunidad no quisiera presidir el partido en Madrid», dijo en noviembre.

Relevos y poder territorial En el horizonte inmediato está también la convocatoria del cónclave del PP de Extremadura para elegir al recambio de José Antonio Monago, si este no decide volver a presentarse. Al margen de la fecha, será una de las primeras citas en las que Feijóo tendrá que señalar los futuros liderazgos de su formación. No se prevé, sin embargo, un viraje en el poder territorial al menos hasta después de las elecciones autonómicas y municipales.

Sensible con los territorios

La llegada del mandatario gallego a la presidencia del PP alienta las expectativas sobre un modelo de partido más sensible hacia las necesidades de los territorios, con una mayor sintonía entre la cúpula y los líderes regionales. Algo que han echado en falta desde algunas baronías en estos tres años. Un presidente autonómico, que le debe el cargo a Casado, le reprocha al todavía líder de los populares no haber levantado el teléfono para «tratar de solucionar los problemas». eijóo deberá decidir, además, desde dónde llevará las riendas del partido. Con las generales a casi dos años vista si no media adelanto, el no disponer de escaño en el Congreso resta al líder gallego la visibilidad que le reporta la Presidencia de la Xunta; aunque Sánchez no era diputado cuando regresó a la secretaría general.

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