Diario de León

Gimeno asesinó a sus hijas para infligir a la madre «el mayor dolor que imaginó»

La juez sostiene que el padre concibió un plan para que los cadáveres jamás fueran encontrados

El buque oceanográfico Ángeles Alvariño regresó al Puerto de Santa Cruz por avería. R. DE LA ROCHA

El buque oceanográfico Ángeles Alvariño regresó al Puerto de Santa Cruz por avería. R. DE LA ROCHA

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Tomás Gimeno, padre de Olivia y Anna, planificó la muerte de sus hijas para infligir a la madre «el mayor dolor que pudo imaginar» y sumirla en la incertidumbre, pues en su pretensión se hallaba que sus cadáveres jamás fueran localizados. Esta es la tesis que mantiene la titular del Juzgado de 1ª Instancia e Instrucción número 3 de Güímar en un auto dictado ayer para informar al Ministerio Fiscal sobre la pertinencia de suspender la orden internacional de la detención de Gimeno por un delito de sustracción de menores. En su lugar, emite otra orden internacional de detención, esta vez por dos delitos agravados de homicidio.

Olivia, cuyo cadáver apareció en una bolsa atada a un ancla, murió a causa de un edema pulmonar agudo, según el informe de la autopia. Su hermana Anna corrió el mismo destino, según da por hecho el juzgado que investigaba los hechos. La segunda bolsa que contenía el cadáver de la más pequeña de las hermanas fue encontrada rota y vacía, con solo unos lastres en su interior.

Desde la separación del matrimonio, acontecida hace un año, el exmarido dedicó a Beatriz un trato «vejatorio y denigrante». A diario le reprochaba que hubiera rehecho su vida con una nueva pareja. A Gimeno le sublevaba la sola idea de que el novio de su exmujer conviviera con Olivia y Anna.

Gimeno se llevó a sus hijas el día 27 de abril a las cinco de la tarde, con el compromiso de devolverlas al domicilio materno a las nueve. A los pocos minutos, el padre se dirigió en su coche Audi A3 color blanco a un centro educativo de El Rosario, adonde acudía Olivia dos veces por semana. Allí se vio con su pareja actual, directora del centro escolar, a quien entregó un estuche en forma de lapicero con cinta de embalar.

Le pidió que lo abriera a las 23.00 horas. Lo hizo casi cinco horas antes y encontró en su interior un fajo de billetes por valor de 6.200 euros y una carta de despedida. Acto seguido el presunto asesino puso rumbo al domicilio de sus padres, donde dejó a sus hijas hasta las 18.30 horas. En ese lapso de tiempo acudió solo al puerto de la Marina de Santa Cruz de Tenerife. Se dirigió a su barco e introdujo en el agua el motor y lo arrancó para ver si funcionaba.

Regresó al domicilio de sus padres a las 19.47 horas y se llevó a las niñas. Fue entonces cuando acudió a su casa de Igueste de Candelaria. «Presuntamente, en dicha finca Tomás dio muerte a sus hijas, envolviéndolas en toallas e introduciéndolas en bolsas de basuras y estas en bolsas de deporte», que colocó en el vehículo. Ya con los cadáveres de sus hijas en su interior, y se encaminó a casa de sus padres donde llegó a las 21.13 horas para dejar a escondidas a su perro Oto, dos tarjetas de crédito con sus claves y dos juegos de llaves de su Alfa Romeo negro. Trasladó las bolsas de deporte, donde se encontraban los cuerpos de Anna y Olivia, en tres viajes, desde el puerto hasta su embarcación Esquilón.

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