Diario de León

Gobierno y oposición intercambian críticas constitucionales el día de su celebración

La presidenta del Congreso pide «concordia y diálogo» para rebajar el clima de máxima tensión política entre PSOE y PP

Los Mossos frenan una manifestación de Vox en Barcelona. ALBERTO ESTÉVEZ

Los Mossos frenan una manifestación de Vox en Barcelona. ALBERTO ESTÉVEZ

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Otros años el debate era sobre la conveniencia o no de abordar la reforma de la Constitución. Ayer, no, ayer fue el día para que el Gobierno y la oposición utilizaran el texto constitucional para sacudir al adversario.

Pedro Sánchez reivindicó que la Carta Magna ha permitido la confluencia de una amalgama de fuerzas políticas para aprobar los Presupuestos. Pablo Casado apeló a la unidad de «los moderados» contra «los enemigos de la nación», que ahora se cobijan a la sombra del Gobierno.

El presidente del Gobierno y el líder de la oposición ni se saludaron en el acto institucional el Congreso. 48 horas después de la aprobación de las Cuentas en la Cámara baja, los rescoldos de la polémica por los apoyos cosechados por el Gobierno se avivaron. La presidenta del Congreso reclamó concordia y diálogo en su discurso institucional con motivo del 42 aniversario de la aprobación de la Constitución pero fue como arar en el mar.

Sánchez elogió el marco constitucional porque ha permitido tomar las medidas extraordinarias para combatir la pandemia y porque ha facilitado la aprobación de los Presupuestos con una mayoría plural que «elevan a la máxima categoría el alma social» de la Carta Magna. Fue su forma de reivindicar la confluencia de fuerzas políticas, entre ellas Esquerra y Bildu, que respaldaron su proyecto de Cuentas del Estado, y que ha proporcionado munición de grueso calibre a la oposición.

El presidente del Gobierno reprochó, además, que haya fuerzas que pretendan patrimonializar el texto constitucional cuando es una ley de «todos». Y en un mensaje perifrástico al PP, exigió al partido de Casado que, en vez de recurrir a las soflamas constitucionales, cumplan «del primero al último de los artículos de la Constitución». Se refería al 122.3, que establece la renovación cada cinco años del Consejo General del Poder Judicial.

El líder de los populares no comentó el recordatorio sobre el gobierno de los jueces. Para Casado, lo relevante es que el Gobierno ha sacado adelante las Cuentas con «los enemigos de la nación», que, además, participan de «la dirección del Estado». Aunque también alabó la Constitución como «ejemplo de que todos cabemos en ella», el líder de la oposición recordó que su aprobación fue obra de «los moderados», no de «los radicales» que se quedaron fuera y pidieron votar en contra en el referéndum. Esquerra y entonces Herri Batasuna reclamaron el voto negativo en la consulta popular de 1978, y nunca se han sentido concernidos por la Carta Magna.

El líder del PP elevó el tono al hacer suyas unas palabras de su correligionaria y presienta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que minutos antes había denunciado la existencia de «movimientos internos dentro del Ejecutivo para derrocar la Constitución». Ni Casado ni Ayuso profundizaron en el comentario.

Las andanadas de Sánchez tuvieron como telonero al portavoz de Unidas Podemos en el Congreso. Pablo Echenique sostuvo que la Constitución está «bajo asedio de dos quintos del Congreso», los 88 diputados populares y los 52 de Vox.

Pablo Iglesias guardó ayer silencio, aunque escribió un artículo en el diario ‘Público’ para defender que se abre paso un «horizonte republicano» para el «constitucionalismo social y democrático». Las palabras de Casado también tuvieron eco, pero en Barcelona, donde el líder de Vox se esmeró para evitar que el PP le arrebatara el papel de máximo azote gubernamental. Santiago Abascal sostuvo que «el Gobierno socialista apoyado en el comunismo totalitario» con el auxilio del «separatismo golpista y ETA» es el «mayor enemigo de la Constitución».

En este ambiente saturado de reproches, el discurso de la presidenta del Congreso mereció el educado aplauso de los asistentes y nada más. Batet pidió «diálogo y concordia», que nadie utilice la Constitución como «bandera partidista» y reclamó que la vida política no sea el escenario para el «enfrentamiento constante e incondicional» entre las fuerzas políticas.

Recuerdo histórico

La dirigente de los socialistas catalanes apeló incluso a la historia para advertir de los riesgos de la confrontación si cuartel. «Hace ya mucho tiempo —advirtió— que sabemos de las consecuencias nefastas de considerar al adversario político un enemigo, de negarle legitimidad».

El discurso de Batet fue posterior a las declaraciones de los líderes políticos, pero nada hace pensar que hubiera cambiado el tenor de las mismas de haberse producido antes. Casado, por ejemplo, mantuvo un tono similar a su intervención previa en las breves conversaciones informales tras el acto. Consideró «correcto» el discurso de Batet pero precisó que la interpretación de la Constitución no corresponde a los políticos, aunque sea la presidenta del Congreso, sino al Tribunal Constitucional.

Sánchez prefirió conversar con algunos de los nueve presidentes autonómicos que acudieron al Congreso, entre ellos el de Galicia y Andalucía, los populares Alberto Núñez Feijóo y Juan Manuel Moreno. La charla, explicaron los interlocutores del jefe del Ejecutivo, discurrió por los cauces de la pandemia sin abordar otros asuntos.

Los que ni hablaron ni se saludaron fueron Sánchez y Casado. El líder del PP volvió a recordar que el presidente del Gobierno aún no le ha devuelto la llamada telefónica que le hizo hace seis semanas.

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