Diario de León

Iglesias acepta el acercamiento de Sánchez y Arrimadas para dar estabilidad al Gobierno

Podemos asume cambios en el acuerdo de legislatura con el PSOE para poder salvar los Presupuestos Generales

Iglesias escucha la intervención de Pablo Casado, durante la última sesión en el Congreso. BALLESTEROS

Iglesias escucha la intervención de Pablo Casado, durante la última sesión en el Congreso. BALLESTEROS

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El Gobierno de coalición es cada día más consciente de que para sacar adelante los Presupuestos de 2021 tendrá que buscar la cuadratura del círculo. Mientras el PSOE trata de tejer una red de alianzas que logre integrar a partidos como ERC o Ciudadanos, algo que aún se antoja complicado por los recelos entre ambas formaciones, en Unidas Podemos asumen que tendrán que renunciar a «algunos» puntos del acuerdo firmado con los socialistas antes de la investidura de Pedro Sánchez y asegurar así el objetivo de dotar de seguridad a la presente legislatura para que esta dure cuatro años.

Los de Iglesias no ocultan que su opción prioritaria ha sido siempre aprobar las cuentas del Estado con los partidos que respaldaron su llegada al Gobierno, pero la aritmética parlamentaria es caprichosa y hace que cada vez sea más necesario contar con otros apoyos, aunque estos pertenezcan a la bancada opuesta. El portavoz de la formación morada en el Congreso, Pablo Echenique, reconoció ayer en una entrevista en TVE que su partido está abierto a «repensar algunas cosas» pero «siendo serios con los contenidos del acuerdo».

«Estamos en medio de la peor pandemia en cien años. Si uno quiere poner solución a los problemas económicos y sociales del país, implica que tiene que mirar atentamente la realidad. Y si eso supone alguna modificación de lo que se había hablado, pues hay que acometerla», aseguró.

La estrategia socialista de reunir el máximo apoyo posible para tener una legislatura tranquila va calando entre los ministros de Unidas Podemos y al mismo tiempo fluye hacia el partido. El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, ya reconoció en una entrevista a este periódico que «sería una magnífica noticia que Ciudadanos apoyara un programa de gobierno como el nuestro», aunque matizó que le «cuesta pensar que estén de acuerdo con los Presupuestos de este Ejecutivo». «No soy ingenuo», sentenció.

Pero una cuestión es reconocer la necesidad de «tener los pies en el suelo» y otra bien distinta renunciar a la parte esencial del programa de gobierno.

En los últimos cinco meses, los morados han logrado llevar al Consejo de Ministros algunas de sus medidas estrella, como el ingreso mínimo vital o la ley de violencia sexual. Ahora reculan y sitúan su línea roja en no hacer recortes en Sanidad o Educación. La imagen de los ajustes de la anterior crisis sigue latente entre sus votantes y no están dispuestos a repetir la estrategia.

Pero el terreno de juego político se ha ampliado a la Unión Europea durante la pandemia. Mientras desde Moncloa se insta a «modular el gasto más que la política fiscal», en Bruselas gana partidarios la idea de la necesidad de controlar el gasto de los fondos europeos para la reconstrucción, a la que recientemente se ha sumado el PP junto a sus socios de la Eurocámara. Como ya sucediera antes de firmar el acuerdo con los socialistas, en Podemos vuelven a asumir que tendrán que «tragarse algún sapo».

CIUDADANOS, DE FRENTE

Desde Ciudadanos son tajantes y hace unos días afirmaron que no iban a aceptar «propuestas surrealistas» de Podemos. El partido naranja ya se distanció del acuerdo para derogar «íntegramente» la reforma laboral que el Gobierno firmó con Bildu a cambio de la abstención de los independentistas en la votación de la quinta prórroga del estado de alarma. Esa sería una de las cuestiones que más roces podría provocar entre los de Arrimadas y Podemos.

«Los acuerdos se cumplen», se limitó ayer a afirmar Echenique, cuando fue preguntado por la cuestión.

Pero el acercamiento del Gobierno a Ciudadanos guarda otra lectura más estratégica que beneficiaría a ambas partes a largo plazo, ahondar en el aislamiento del Partido Popular y Vox. Mientras estos últimos perderían a uno de sus socios parlamentarios naturales, la formación naranja recuperaría terreno perdido frente a los de Pablo Casado. Uno de los principales objetivos del partido desde la llegada de Inés Arrimadas a su presidencia.

En el último barómetro del CIS, publicado el miércoles, se aprecia cómo la nueva estrategia de los liberales de intentar recuperar el centro del tablero político empieza a dar sus frutos. Una tendencia que se refleja en la encuesta (que le otorgó el 9,6% de la intención de voto) desde que inició su acercamiento al PSOE.

Los populares no son ajenos a estas veleidades. El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, se mostró partidario ayer de alcanzar un acuerdo presupuestario a nivel nacional que recoja, al menos, «aspectos fundamentales» en materia de impuestos y de recuperación económica. «Ese el camino que tenemos que seguir, diálogo, entendimiento, mano tendida», afirmó en una entrevista en la cadena Ser.

Desde ERC, otro de los actores principales en este juego de pactos, siguen considerando «bastante incompatible» que se quiera pactar los Presupuestos de 2021 con su partido y con Ciudadanos, como advirtió el pasado martes su portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián, que añadió que no aceptarán «chantajes» para forzarles a apoyar un proyecto de ese tenor.

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