Diario de León

Iglesias deja el escaño y enfila su retirada con una denuncia contra Egea

En Podemos apuntan a un abandono de la política y no le ven en la Asamblea de Madrid

Pablo Iglesias aplaude a sus diputados en su despedida. CHEMA MOYA

Pablo Iglesias aplaude a sus diputados en su despedida. CHEMA MOYA

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Pablo Iglesias intervino ayer en su última sesión de control al Gobierno. El vicepresidente abandonará el próximo martes el Consejo de Ministro pero antes renunciará a su escaño. Queda por resolver la incógnita de qué va a hacer si no puede gobernar en Madrid, pero parece improbable que se limite a ocupar un asiento en la Asamblea regional como portavoz de los morados en la oposición. La impresión más extendida en Podemos es que se convierte en presidente de Madrid o lo deja todo.

Iglesias, después de anunciar que dejará de ser diputado en los próximos día, no dio pistas de su futuro, tampoco puede hacerlo en vísperas de una campaña electoral. Se lo juega a la improbable carta de gobernar Madrid, una quimera para un candidato de la quinta fuerza política en la comunidad. Conservaría el liderazgo del partido pero sin presencia institucional. Un esquema de funcionamiento que solo tiene el PNV y que no forma parte de la cultura de la formación morada. Con esta composición de lugar, la retirada se perfila como la salida más probable para Iglesias.

Contra los tránsfugas

Como corresponde al personaje no se fue sin ruido, y para botón de muestra la despedida del Congreso, donde mantuvo un duro debate con el secretario general del PP y, sobre todo, con el portavoz de Vox. A Teodoro García Egea le informó de la presentación de una denuncia contra él por cohecho ante la Fiscalía Anticorrupción por «comprar» a tres diputados de Ciudadanos para frustrar la moción de censura en Murcia del PSOE y los liberales contra el popular Fernando López Miras.

Los denunciados son, además del número dos del PP, el propio presidente regional, y los tránsfugas naranjas por haber urdido «una trama de corrupción para comprar voluntades» a fin de «alterar el resultado previsto de una votación» en la Asamblea regional. «Tanta paz lleves como descanso dejas», le deseó Egea no sin pronosticar que su destino será «sentarse en la Puerta del Sol» a ver cómo gobierna el PP Iván Espinosa de los Monteros le recriminó que entrara en política con la declaración de intenciones de «mejorar la vida de los demás, y la única que ha mejorado es la suya». El portavoz de Vox reprochó a Iglesias que haya «defraudado» a quienes creyeron que «nunca iba a cambiar de barrio» en Vallecas y ha acabado en un chalé en Galapagar, en la sierra madrileña. «Típico de los líderes comunistas», apostilló. Iglesias encajó el golpe en el que sabe que es su flanco más débil.

«Burgués machista»

Aunque el repaso de Vox no acabó ahí. La diputada María Ruiz le interpeló por su papel en las residencias geriátricas durante la pandemia y aprovechó para calificar a Iglesias de «burgués machista y caprichoso» al que «le viene grande gobernar» pero al que «le gusta la guerra de trincheras».

El aún vicepresidente se negó a «entrar en la inmundicia» de un partido que hace «apología del terrorismo de ultraderecha» y se centró en la épica del adiós. Recordó que sus primeras palabras en el Congreso hace cinco años fueron para homenajear a los luchadores contra el franquismo y quiso que las últimas también fueran para ellos: «Porque fueron somos, porque somos serán».

Bajó del atril de oradores al centro del hemiciclo para aplaudir a sus diputados e individualizar la despedida en la ministra de Trabajo y su sucesora en el Gobierno, Yolanda Díaz, que rompió a llorar.

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