Diario de León

Iglesias y Otegi unen fuerzas para dinamitar la negociación de los Presupuestos con Cs

Sánchez se ve atrapado entre la presión de su socio de coalición y la de los barones del PSOE contra ERC y Bildu

Sánchez, Montero e Iglesias ayer, en el Congreso. BALLESTEROS

Sánchez, Montero e Iglesias ayer, en el Congreso. BALLESTEROS

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El plan de Pedro Sánchez para aprobar sus primeros Presupuestos con una suma heterogénea de partidos que incluya a Ciudadanos pero también a quienes facilitaron su investidura, es decir, a ERC y EH-Bildu, corre el riesgo de resquebrajarse.

La seguridad de que las Cuentas públicas superarán hoy su primera votación en el Congreso y podrán ser tramitadas ha disparado las tensiones tanto en el Gobierno como en el PSOE. El jefe del Ejecutivo está ahora sometido a una doble presión: la de su socio de coalición, Pablo Iglesias, para dejar en la cuneta a la formación liderada por Inés Arrimadas y la de los barones socialistas, deseosos de marcar distancias respecto al independentismo ahora que los liberales se ofrecen a facilitar la gobernabilidad.

Los presidentes autonómicos de comunidades como Aragón, Castilla-La Mancha y Extremadura habían guardado silencio hasta esta semana frente al juego a dos bandas del jefe del Ejecutivo para no frenar el avance de unos Presupuestos que también son necesarios para ellos, pero, salvado el primer filtro de la Cámara, ya han empezado a elevar sus voces. Si el martes fueron el aragonés Javier Lambán y el castellano-manchego Emiliano García Page los que, en sendas entrevistas en Onda Cero y TVE, expresaron su rechazo a un pacto con quienes tienen un proyecto de ruptura de la soberanía nacional, hoy la voz de alarma la dio Guillermo Fernández-Vara.

El presidente extremeño reaccionó a través de un mensaje de Twitter al hecho de que Arnaldo Otegi anunciara a primera hora de la mañana la disposición de su formación a apoyar en último término los Presupuestos.

En una operación previamente concertada, Pablo Iglesias se apresuró a aplaudir la noticia en las redes sociales. «Demuestra responsabilidad y compromiso para avanzar con políticas de izquierdas. El bloque de investidura se refuerza y será de legislatura y de dirección de Estado», sentenció.

El líder de Podemos lanzaba así un misil contra Cs aprovechando las dificultades manifiestas de Inés Arrimadas para hacer digerible dentro de su partido el acercamiento a Sánchez a y sus socios. Pero no le funcionó. La presidenta de Ciudadanos, que forzada por los suyos reclamó el martes al PSOE que vuelva a incluir el español como lengua vehicular de la enseñanza en la ‘ley Celaá’, envió al portavoz parlamentario de su formación, Edmundo Bal, a advertir de que no se da por vencida y mantendrá abierto el diálogo con el Ejecutivo hasta el final.

«El señor Iglesias y el señor Otegi se han puesto un poco nerviosos», ironizó incluso como aquel que juega al juego de ‘quien parpadea pierde’.

Fernández Vara, en cambio, se mostró mucho menos tranquilo que el dirigente liberal. «Ver a Otegi siendo clave para decir los Presupuestos -escribió- me produce una sensación muy dolorosa (...). Les pedimos que participaran de la democracia como único camino y lo acabaron haciendo. Lo que nunca imaginé es que la política española por la negativa a llegar a acuerdos los hiciera importantes».

En realidad, la participación de Ciudadanos hace innecesario numéricamente tanto el apoyo de Bildu como el de ERC; sobre todo, desde que el PNV explicitó que no tiene problemas en estar con ellos en la foto final de los Presupuestos. Pero Sánchez se resiste a elegir.

El presidente del Gobierno quiere sumar a los de Arrimadas para centrar su imagen y espantar el temor de su partido a no poder gobernar ya nunca más que con Podemos y los soberanistas. Los socialistas consideran además que Esquerra y Bildu tienen menos opciones de hacerles pagar caro su apoyo si saben que tienen alternativa. Pero romper la mayoría que le permitió convertirse en presidente en enero condenaría a Sánchez a una crisis colosal con su socio de Gobierno justo cuando roza con la punta de los dedos su primera legislatura larga.

En el PSOE hay quien admite que se acerca el momento del descarte. Y, de momento, la dirección parece inclinarse por amarrar los votos de la investidura. Aunque desde la tribuna del Congreso la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, insistió ayer todavía en que su deseo es pactar unos Presupuestos «de país» que reflejen «la pluralidad democrática» y «las distintas sensibilidades expresadas en las urnas», los dos máximos dirigentes de su partido después de Sánchez, la vicesecretaria general, Adriana Lastra, y el secretario de Organización, José Luis Abalos, dejaron claro a Ciudadanos que no darán marcha atrás en la enmienda pactada con ERC sobre el papel del español en la enseñanza.

«¿Se trata de abordar unos Presupuestos o imposibilitarlos buscando condicionamientos extraños?», llegó a replicar el también ministro de Transportes.

Abalos replicó además al presidente de Aragón -y de forma indirecta al resto de barones contrarios a mantener la alianza con ERC- que en política «el problema no es lo que uno quiera» sino lo que pueda hacer. Y a modo de reproche le recordó que, pese a sus palabras, él está gobernando gracias al apoyo de Podemos, Cha, PAR e IU a pesar de que prefería a Ciudadanos.

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