Diario de León

Los independentistas exigen la cabeza de la ministra Robles y Podemos también la señala

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El independentismo llevaba día exigiendo responsabilidades al Gobierno a cuenta del escándalo del espionaje a 65 dirigentes nacionalistas destapado por The New Yorker, pero evitaba dar nombres. Apuntaba alto y comparaba el caso con el de las escuchas del Cesid, que se llevó por delante al entonces vicepresidente Narcís Serra. Diez días después de que estallara la polémica, el secesionismo catalán puso ayer en el punto de mira, tanto en el Congreso como en el Parlamento catalán, a la ministra de Defensa, Margarita Robles, y exigió su cese fulminante porque, a su entender, es la responsable última del espionaje.

El presidente de la Generalitat, en una intervención muy dura en la Cámara catalana, aseguró que ella debe dimitir o quien la nombró debe destituirla porque el «CNI estaba bajo su responsabilidad». Si no sabía que había escuchas, debería cesar por «incompetente», según Pere Aragonès. Pero si tenía conocimiento, con más razón «por actuar vulnerando los principios democráticos más básicos». A la petición de cese de Robles realizada por el president se sumaron los portavoces en el Congreso de de ERC, Junts, la CUP o EH Bildu. La gota que colmó el vaso fue una respuesta de la titular de Defensa en la sesión de control al Gobierno en las que acusó al nacionalismo de ir de «víctima». «¿Qué tiene que hacer un Estado cuando alguien declara la independencia? ¿O está teniendo relaciones con dirigentes políticos de un país que está invadiendo Ucrania», preguntó. Aragonès calificó sus palabras de «insultantes» y que «bombardean» cualquier posibilidad de rebajar la tensión entre el Gobierno y el Govern, lo que deja la legislatura española pendiendo de un hilo.

Tras las palabras de la ministra, Podemos se unió a los independentistas en señalar a Robles, aunque no fue tan lejos como para pedir su dimisión. Su portavoz en el Congreso, Pablo Echenique, dijo que deben «rodar cabezas», aunque sin referirse directamente a la ministra. De Robles sí afirmó que sus manifestaciones le habían causado «estupefacción» porque «justifican» el espionaje. En la formación morada, hace tiempo que se la tienen jurada, sobre todo a raíz de la posición del Gobierno tras la invasión rusa de Ucrania y la decisión de enviar armas al ejército ucraniano. El PNV también se mostró crítico. «¿Qué ha sido de esa juez progresista que era usted?», le recriminó Aitor Esteban.

Los secesionistas elevan tanto el tiro en la asunción de responsabilidades por parte del Gobierno que hacen inviable la rebaja de la tensión a corto plazo. Robles, dirigente veterana y uno de los puntales del Gobierno, es amiga y estrecha colaboradora de Pedro Sánchez. El Ejecutivo se ha movido en estos diez días desde que explotó el caso para aplacar a los independentistas. El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, se reunió el domingo pasado con la consejera de Presidencia y anunció un paquete de medidas, pero no consiguió reconducir la situación.

El Gobierno está dispuesto a abrir la puerta de la comisión de secretos oficiales a los independentistas. Pero en estos momentos, todo les parece insuficiente. Solo la cabeza de Robles y una comisión de investigación en el Congreso podrían contentar a los secesionistas, que se sienten fuertes porque ven al Gobierno en un callejón sin salida.

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