Diario de León

Los ‘indepes’ aprenden y aparcan la vía de la desobediencia a la justicia

Borràs frusta las esperanzas de los radicales que abogan por la ruptura total

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La presidenta del Parlament, Laura Borràs, ha entrado esta semana en la ya larga lista de dirigentes independentistas tildados de ‘botiflers’ (traidores) por no llegar hasta las últimas consecuencias. Borràs accedió hace un año a la presidencia de la Cámara catalana enarbolando la bandera de la desobediencia y de la confrontación y a las primeras de cambio ha evitado cruzar la línea roja de la legalidad.

Dijo que no haría como su antecesor, Roger Torrent, que suspendió a Quim Torra como diputado y que solo obedecería a la soberanía del Parlament, aunque al final ha acabado actuando igual. La Junta Electoral exigió la retirada del escaño de Pau Juvillà y hoy el dirigente de la CUP ya no es parlamentario autonómico. Borràs ha disfrazado su decisión de amagos de desobediencia y de intentos de paralizar la Cámara catalana. Pero por «imperativo legal y para evitar el riesgo de incurrir en cualquier tipo de responsabilidad disciplinaria, contable o penal» ha evitado el desacato.

El juicio del ‘procés’, en el que nueve dirigentes independentistas fueron condenados a penas de nueve a trece años de prisión (ya indultados), marcó un antes y un después. Desde el juicio en el Supremo, salvo Quim Torra, que prácticamente forzó su inhabilitación, los líderes independentistas han evitado ignorar las resoluciones judiciales o de la Junta Electoral.

El tono de la actual legislatura catalana lo marcó Jaume Alonso Cuevillas, elegido por Laura Borràs como secretario segundo de la Cámara catalana. Al letrado se le ocurrió cuestionar la estrategia de desobediencia de su partido, Junts, y fue fulminado de inmediato del cargo en la Mesa del Parlament. «¿Debemos dejar que nos inhabiliten sin pena ni gloria por una tontería?», afirmó. Con el tiempo y por la vía de los hechos, Laura Borràs le ha acabado dando la razón.

Tanto ERC como la CUP, acusan a los de Puigdemont de practicar un independentismo «mágico» de «retórica vacía». Fuentes del entorno de Pere Aragonès celebran el paso dado por la presidenta del Parlament. Creen que puede ayudar a consolidar la etapa menos radical, que tratan de abrir ERC y el presidente de la Generalitat.

La prueba de fuego para el Govern de Aragonès y para el independentismo y que determinará si están en la senda de ir alejándose de la vía de la desobediencia es el cumplimiento de la sentencia del TSJC que le obliga a impartir el 25% de las clases en español. Los borradores que han trascendido de los decreto que aprobará la Generalitat para responder al fallo judicial apuntan en esa dirección.

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