Diario de León

La izquierda soberanista no le compra a Yolanda Díaz su proyecto

Esquerra entra al cuerpo a cuerpo con la vicepresidenta tras el desembarco de Sumar

La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. LUIS MILÁN

La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. LUIS MILÁN

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Fue una frase que provocó murmullos y dejó un poso amargo. «Antes que sumar hay que escuchar», dijo el portavoz de Esquerra, Gabriel Rufián, antes de entrar en el Congreso el pasado miércoles, en clara alusión a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. Un modalidad en la que el diputado republicano se ha especializado en el Congreso, pero que ha terminado por evidenciar los recelos que existen entre las formaciones nacionalistas de izquierda (especialmente de los soberanistas catalanes) hacia Sumar, el proyecto político de Díaz, que perciben como una amenaza por el electorado que pueda robarles en los próximos comicios generales. Y en un momento, además, en el que se estaban beneficiando de la retirada de Podemos de los parlamentos autonómicos.

La puya a la vicepresidenta no pasó desapercibida en el debate sobre el estado de la nación. Esta no podía defenderse desde la tribuna, ya que no estaba llamada a participar en el pleno. Pero Pedro Sánchez, en medio de un duro cara a cara con Rufián, le echó un capote: «¿Qué obsesión tiene usted con la vicepresidenta segunda del Gobierno de España?». No es ningún secreto que la relación personal entre Díaz y Rufián no es buena. Sin embargo, la vicepresidenta no tira la toalla y reconoce la necesidad de colaborar con «las compañeras y los compañeros» de Esquerra en una legislatura en la que los soberanistas son una fuerza clave gracias a sus trece diputados.

Aunque en muchas ocasiones, ERC ha usado su fortaleza parlamentaria como un martillo para intentar tumbar algunas de las iniciativas del Gobierno de coalición. Especialmente doloroso para Díaz fue la negativa de los republicanos a la reforma laboral, su proyecto estrella de esta legislatura y que acabó saliendo adelante solo gracias a un voto erróneo del diputado Alberto Casero, del PP. Lo que evitó un mal mayor, la dimisión de la también ministra de Trabajo, como ella misma reconoció días más tarde en una entrevista en la Ser.

Rufián se encargó entonces de echar leña al fuego, asegurando que la reforma era, en realidad, «un maquillaje», y afirmando que su partido «no negocia ni vota proyectos personales». Justo en un momento en el que la vicepresidenta se disponía a presentar Sumar, su proceso de escucha para los próximos seis meses y con el que espera conformar un «frente amplio» que sea «ganador». Díaz, que prefiere no hablar en público de estas cuestiones, se desquitó con Rufián el pasado 8 de julio, durante la presentación de la plataforma en Madrid. Prometió ante las 5.000 personas que acudieron a su estreno otra forma de hacer las cosas. «Sé que estáis hartas de ruido, de que se vote en contra de una reforma laboral aunque esté cambiando la vida de la gente. La política es otra cosa», zanjó.

Táctica política

En el trasfondo de esta pugna se encuentra la táctica política pura y dura. Los dirigentes de Esquerra Oriol Junqueras y Pere Aragonès han puesto en el punto de mira de sus consignas el cinturón rojo de Barcelona. Con su apuesta por el diálogo con el Gobierno central y el aparcamiento de la ‘vía unilateral’ persiguen arrastrar a un caladero de votos que tradicionalmente ha estado en manos del PSOE y en el que podría medrar Sumar si cala el nuevo mensaje de Díaz.

Su objetivo es lograr una masa electoral con la que dejar de depender de Junts para gobernar, la formación independentista con la que comparten el Gobierno de la Generalitat. Pero el problema es que el «frente amplio» de Díaz está diseñado para pescar apoyos en esas zonas. Como ejemplo, los comunes de Ada Colau, fieles a la vicepresidenta, igualan o mejoran a los republicanos en Barcelona, Hospitalet, Badalona o Sabadell. En el caso de EH Bildu, Sumar se percibe como un nuevo actor a tener en cuenta pese a la situación de relevancia de la que gozan en el Parlamento vasco frente a Podemos. Ahora estudian los movimientos de Díaz en términos de cálculo electoral.

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