Diario de León

Marruecos reabre la frontera con España

Además de lograr que se levanten las barreras del país vecino este próximo jueves, el Gobierno ve un buen síntoma en que Argelia no haya tomado la represalia de cortar el gas Blinken viaja a Rabat el día 29 y a Argel al día siguiente

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La decisión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de reconocer como «realista, seria y creíble» la iniciativa marroquí de una amplía autonomía para el Sáhara bajo su soberanía constituye un avance para impulsar en el seno de las Naciones Unidas una solución política pactada entre todos que sea justa, duradera y mutuamente aceptable, como apoya la última resolución de la ONU de diciembre de 2021.

Y en este contexto de tener una solución más cerca ganan los saharauis porque la autonomía bajo soberanía de Marruecos obliga a llevar a cabo la reunificación familiar, garantizar el empleo, la vivienda, la sanidad, la educación para esos miles de personas y sus familias, todos de tribus saharauis de la región occidental y los que llevan malviviendo en Tinduf estos 46 años. Igual que Rusia no es Putin, el Sáhara no es solo el Frente Polisario ni Argelia, aunque sean necesarios para negociar.

En los últimos años, movimientos como el de Saharauis por la Paz o la Asociación Saharaui para la Defensa de los Derechos Humanos han recogido el creciente malestar entre los habitantes de los campamentos de la región de Tinduf por la vida precaria que sufren desde hace tantos años, a la que se une la represión de sus libertades que agrava la falta de horizontes de futuro y de esperanza de lograr una existencia digna y mejor.

Los contactos diplomáticos que han mantenido durante los últimos días en Bruselas el enviado especial de Naciones Unidas para el Sáhara, Staffan de Mistura, y representantes de los países de la región —entre ellos, el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares— han abordado la adopción de una serie de decisiones que culminen en la convocatoria de una nueva mesa de negociación en Ginebra para las próximas semanas con el objetivo de alcanzar una solución al conflicto. Una solución que permita, además, un acercamiento entre los dos grandes países del Magreb, Marruecos y Argelia, que actualmente tienen rotas sus relaciones diplomáticas.

Papel de Estados Unidos

El papel que está jugando Estados Unidos resulta clave a la hora de contribuir a pulir los aspectos más delicados para las partes implicadas y lograr los avances necesarios para un entendimiento que signifique una estabilidad en el norte de África relevante para todos. La visita a Madrid, Rabat y Argel la semana del 7 de marzo de la vicesecretaria de Estado de EE UU, Wendy Sherman, posibilitó el cierre de aspectos esenciales entre Marruecos y España y planteó al gobierno argelino la necesidad de admitir la dinámica abierta en favor de la autonomía del Sáhara bajo soberanía marroquí con la negociación correspondiente con demandas admisibles para las dos partes. Y la aceptación del Frente Polisario.

El secretario de Estado de EE UU, Anthony Blinken, es quien viaja a Rabat el 29 de marzo y a Argel el 30, centrado en principio en la invasión rusa de Ucrania, un contexto tan delicado que impone cerrar conflictos. La agenda de Blinken en Argel incluye seguridad, estabilidad regional, cooperación comercial, derechos humanos y libertades fundamentales.

Que Argelia no mantenga su alianza histórica con Rusia, mirando al Sáhara y al Sahel, y pueda emprender mejores relaciones con Marruecos representaría un paso importante que ayudaría a clarificar la situación interna argelina e iniciar la recuperación que precisa su economía y sus ciudadanos. El hecho de que Argelia no haya tomado la represalia de cortar el gas a España tras su apoyo a Marruecos en el Sáhara puede considerarse como un síntoma a tener en cuenta, más allá del malestar expresado y la llamada a consultas de su embajador en Madrid.

En ese calendario virtual que se han marcado en su móvil, al ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, le toca ir a Rabat el próximo viernes, 1 de abril, para escenificar con su colega marroquí Nasser Bourita el fin de la crisis diplomática entre los dos países y el comienzo de una nueva etapa. En su discurso del 20 de agosto, el rey Mohamed VI señaló que esa fase sería inédita con la recuperación de la confianza y el respeto mutuo, y un ánimo constante de incrementar las relaciones en todos los sectores.

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