La mitad de los menores que delinquen en CyL saldan su pena con libertad vigilada
La libertad vigilada se impuso al 55,9 por ciento de menores castellanos y leoneses con edades comprendidas entre los 14 y 18 años que cometieron algún delito el pasado año sin que les aplicara ninguna otra medida para saldar su pena.
Así, 784 de 1.401 saldaron en 2020 su condena con una propuesta de intervención que pasa por asistencia educativa y control en el entorno del menor tras cometer delitos de los que se ha desprendido una responsabilidad penal.
Los jueces apuestan cada vez más por esta fórmula para reinsertar a los menores que han delinquido, de acuerdo a las estadísticas de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades, porque en 2019, con 712 de un total de 1.506, este porcentaje fue de un 47,2%.
ÚLTIMO RECURSO
La reinserción gana terreno a la privación de libertad en la atención a jóvenes infractores y de este modo, a 31 de diciembre de 2020 un total de 262 fueron atendidos en centros de internamiento como el Zambrana, de referencia regional, y Los Manzanos, ambos situados en Valladolid.
El que se revela como el último recurso, al atribuírsele un mayor sentido penal, llegó el año pasado a 107 nuevos adolescentes, en su mayoría reincidentes o condenados por delitos muy graves.
La ejecución de medidas en medio abierto para enmendar los daños y entrenarse en habilidades sociales se aplicó a más de 1.400 menores de la Comunidad en 2020, después de sobrepasar la barrera de los 1.500 un año antes.
Por detrás de la libertad vigilada, y siempre a través de las Unidades de Intervención Educativa de las gerencias territoriales de Servicios Sociales, se situaron las tareas socioeducativas (14,4% con 202 menores) encaminadas a facilitar le el desarrollo de su competencia social y las prestaciones en beneficio de la comunidad (19,6% con 275 jóvenes). Siempre se intenta que estos trabajos estén relacionados con la infracción cometida. Así, lavan pintadas cuando la condena es por deslucimiento, recogen el botellón si tiene que ver con el consumo de alcohol o acompañan a ancianos si es por maltrato familiar, un fenómeno cada vez más visible que aún se oculta ante el sentimiento de culpa de los padres.