Diario de León

Montero, ante el primer ‘no es no’

Aclamada por Podemos, la ministra de Igualdad pierde el favor de Sánchez tras ganar batallas como la ley trans o la baja menstrual

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Por convicción, por interés o por ambas cosas —«no lo tengo claro», se sonreía una representante de Unidas Podemos en plena disputa por la ley trans—, el presidente Sánchez siempre ha abierto el paraguas de su liderazgo a lo largo de la legislatura para prestar cobertura a las políticas del Ministerio de Igualdad. Suya fue la decisión última de ceder a los socios con los que ensayaba la primera coalición de gobierno desde la Segunda República una cartera tan icónica para el PSOE —y, singularmente, sus mujeres— como las políticas feministas. Y suyos venían siendo todos los espaldarazos que han salvaguardado la intensa y controvertida gestión de Irene Montero y las suyas, vencedoras en el pulso por la norma que ensancha los derechos LGTBI frente al exvicepresidenta Carmen Calvo —que perdió su puesto en el camino— y el feminismo histórico que abomina de las teorías ‘queer’ y también, por citar otro precedente, ante la responsable económica del Gobierno, Nadia Calviño, por las bajas por padecimiento menstrual.

Pero el paraguas presidencial comenzó a plegarse secretamente en diciembre después de que Sánchez se abriera, en los corrillos con periodistas del Día de la Constitución, a reformar la ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual ante la sangría de rebajas de penas a abusadores y violadores. Y se ha cerrado con estrépito esta semana después de dos meses de intercambio baldío de propuestas de ajuste entre Igualdad y el Ministerio de Justicia.

Cuando estallaron las primeras atenuaciones de condenas, Sánchez despejó el balón hacia la Fiscalía y el Supremo. El presidente dio carrete hasta la semana pasada. Un ‘no es no’ a seguir con la ley del ‘solo sí es sí’ tal y como está redactada. «No se trata tanto del impacto electoral, como que esto daña nuestro discurso. Hemos sido históricamente el partido de los derechos de las mujeres», constata un alto cargo del PSOE muy crítico con Podemos y convencido de que Igualdad se «equivoca» al obcecarse en su apuesta, pero que no se ceba contra Montero. Y no es el único.

La ministra —«soberbia» e insolvente según sus críticos— concita el fervor de los suyos —tenaz, comprometida y «curranta», se admiran— está blindada con un equipo que «le perjudica», sostienen algunos de los que se han cruzado con la polémica Una Montero que ha hecho de la cartera de Igualdad una misión política teñida de personalismo. Una Montero hacia la que se vuelven las miradas ante la animadversión que crece como la hiedra entre Pablo Iglesias, compañero de aventura morada y su pareja, y Yolanda Díaz. Una Montero «rota» ante la división por la ley trans y el insulto que recibió de una diputada de Vox regodeándose en su relación, pero que ha tendido una barricada en torno al ‘solo sí es sí’ tras la cual descarta dimitir y romper el Gobierno. Por ahora.

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