Diario de León

El operativo de Moncloa para no exponer al público a Sánchez no evita los abucheos

El rey es recibido con aplausos en el desfile de la Fiesta Nacional y el presidente escucha peticiones de dimisión

Cazas de las Fuerzas Aéreas sobrevuelan Madrid. CHEMA MOYA

Cazas de las Fuerzas Aéreas sobrevuelan Madrid. CHEMA MOYA

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Empieza a ser una tradición el abucheo al presidente del Gobierno, siempre que sea socialista, en el desfile militar que conmemora la Fiesta Nacional. Ayer no fue una excepción, y mientras el rey era saludado con vítores y aplausos de los asistentes más cercanos a la tribuna de autoridades, Pedro Sánchez fue recibido y despedido con insultos mezclados con gritos de dimisión.

La Moncloa había diseñado un operativo para exponer lo mínimo al presidente del Gobierno. Llegó al paseo de la Castellana apenas dos minutos antes de que lo hicieran los reyes para que la previsible acogida cariñosa a Felipe VI y la reina Letizia ahogara los también previsibles abucheos.

Pero los gritos de «okupa, parásito, mentiroso» y algún otro epíteto junto a los clásicos de «fuera, fuera», y «Sánchez dimisión», se impusieron en decibelios a la ovación y los «vivas» a los reyes. También fue jaleada la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. La escena se repitió al final de la parada militar.

LOS ABUCHEOS CESARON CON RAJOY

No fue una sorpresa porque el ritual se repite desde el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero. Los abucheos cesaron con Mariano Rajoy y se han recuperado con mayor ímpetu con Sánchez tras el paréntesis del año pasado por la pandemia. Para el exvicepresidente Pablo Iglesias la explicación es una «obviedad» y evidencia que «la monarquía es un símbolo político de la derecha y de la ultraderecha».

Ni la Moncloa ni la Zarzuela hicieron comentarios sobre la situación vivida en el paseo de la Castellana. Sólo Vox compartió los improperios. Su diputada Macarena Olona señaló que cuando Sánchez «pisa la calle» y deja de estar «escondido en su palacio con su corte de palmeros» es «normal» que se encuentre con recibimientos como el de ayer. Fue, de todas maneras, el único incidente con lectura política de un día sin sobresaltos. Hubo «buen rollo», sintetizó el alcalde madrileño y portavoz del PP, José Luis Martínez Almeida. Un clima cordial que, sin embargo, no facilitó el acercamiento entre el Gobierno y la oposición. Sánchez y Pablo Casado no intercambiaron ni media palabra.

UNA RECEPCIÓN EXPRÉS

Luego, el Palacio Real volvió a acoger la tradicional recepción que los reyes ofrecen con motivo de la Fiesta Nacional tras el paréntesis obligado del año pasado por la pandemia, aunque en versión reducida.

De los más de 1.300 invitados habituales, se pasó a unos 200 y todos, tras el consabido saludo a los monarcas en el Salón del Trono con mascarilla y la mano en el pecho, fueran abandonando el lugar por donde habían llegado.

Una recepción exprés, de apenas diez minutos, que no se asemeja en nada a las de antaño cuando el coronavirus no había irrumpido, y en la que no hubo cóctel ni tampoco corrillos con periodistas para tranquilidad de algunos.

En esta ocasión, y con la excusa de las restricciones sanitarias y la consiguiente reducción en el número de asistentes, la presencia de representantes de los medios de comunicación se limitó al saludo inicial sin acceso a los salones contiguos para charlar con la flor y nata de la política, de la judicatura y de la economía. Atrás queda la imagen de 2019, cuando Manuel Marchena, el juez que presidió el tribunal que juzgó a los líderes independentistas del 1-O, apareció en el palacio y fue rodeado de inmediato por los periodistas. Esa mañana se habían comenzado a filtrar pasajes de la sentencia que se iba a dar a conocer dos días después.

SIN PREGUNTAS INCÓMODAS

Las restricciones impuestas por la pandemia del coronavirus evitaron este vez que el rey, el presidente del Gobierno o la fiscal general del Estado tuviesen que escuchar preguntas incómodas sobre el regreso de Juan Carlos I, cada vez más cercano si como se ha conocido la Fiscalía se prepara para dar carpetazo a las tres investigaciones que le afectan. No impidieron, eso sí, algunos encuentros incómodos como el del propio Pedro Sánchez con Isabel Díaz Ayuso tras conocerse la pretensión del Ejecutivo de descentralizar algunos organismos públicos.

El presidente llegó escoltado por su Gobierno al majuestuoso palacio en la calle Bailén, salvo por la ministra de Industria, de viaje en Italia, el de Universidades, ausente por motivos de salud, y el de Consumo, que sí acudió al desfile previo pero se saltó el salud a los reyes. Una cita a la que acudieron por primera vez «por respeto institucional», según dijeron, sus compañeras Yolanda Díaz Irene Montero, que llevaba un tapabocas con la bandera trans, y Ione Belarra, que antes de poner rumbo al desfile apeló en las redes sociales por un «horizonte republicano».

Tras el Ejecutivo, los representantes del resto de poderes del Estado, líderes políticos y personalidades del ámbito económico, social, cultural y deportivo. Junto a las ya habituales ausencias de los presidentes de Cataluña, Pere Aragonés, y del País Vasco, Iñigo Urkullu, este año se sumó la del gallego, Alberto Núñez Feijóo, y del castellanomanchego, Emiliano García Page, que se excusaron por razones de agenda. Tampoco estuvieron los expresidentes del Gobierno.

La ausencia de Leonor

Pero, sin duda, la gran ausente fue la Princesa de Asturias. Por primera vez desde que Felipe VI accedió al trono, la heredera no acudió al desfile militar con motivo de la Fiesta Nacional. Sus padres decidieron que permaneciera en el internado de Gales en el que cursará este año y el próximo el Bachillerato porque el desplazamiento le habría obligado a guardar cinco días de cuarentena a su regreso al castillo donde estudia.

Leonor de Borbón sí estará en los premios que llevan su nombre y que se entregarán en Oviedo a finales de este mes. Para entonces disfrutará de las vacaciones de otoño que establece el calendario del UWC Atlantic College y que le permitirá, además, celebrar en familia su decimosexto cumpleaños. Especialmente con la infanta Sofía, que ayer, ante su ausencia, dio un paso obligado al frente y ocupó su lugar como segunda en línea de sucesión.

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