Diario de León

Pablo Casado devuelve al PP al centro

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¿Vuelve Cánovas del Castillo a las Cortes? El desenlace de la moción de censura de Vox —298 votos en contra y 52 a favor—, tras el no de Pablo Casado- hace pertinente la pregunta y es una señal que afianza una imagen: la vuelta del centroderecha moderado. Un regreso que debería apaciguar las trincheras de la política española y alejarla del choque de trenes rupturista que patrocina Vox.

La reacción de Sánchez al ofrecer al PP la negociación de la renovación del Consejo General del Poder Judicial, aparcando su reforma, sería su primera consecuencia.

En su desmarque hacia Vox, Pablo Casado marcaba un antes y un después frente a la espiral de los extremismos. El mismo Pablo Iglesias señalaba que el discurso del líder de la oposición había sido «brillante», de inspiración canovista y propio de la «derecha inteligente».

El PP reivindicaba el territorio clásico del conservadurismo liberal al enterrar sus complejos. Casado resolvía el dilema —hacía caso a Aznar— a pesar de que las encuestas apuntaban que una parte de su electorado se inclinaba por respaldar la iniciativa ultra.

Su intervención marcará un punto de inflexión. Inimaginable hace poco tiempo, revela una apuesta del PP por envolverse en la idea reformista de la ‘España de la concordia’ frente al trumpismo ibérico y la radicalización. La glosa al abrazo de la reconcilación frente a los odios y los garrotazos encierra una gran carga política.

Casado devolvía así al PP su condición de partido de Estado y recuperaba la tradición de la derecha democrática europea frente a los populismos extremistas, la de la canciller Merkel.

«No somos como ustedes, somos la fuerza tranquila de los españoles». ‘La fuerza tranquila’, el mismo lema que Mitterrand utilizó para ser presidente en 1981 y que ahora es el banderín de enganche simbólico del centroderecha liberal.

Un papel que llevaba a la euforia a los diputados populares, que ensalzaban con cierto tono épico algunas frases de su líder.

Casado se venía arriba y empequeñecía a Abascal, resignado a convertir su evidente aislamiento en el peligroso combustible de la frustración social como única alternativa al establishment.

La prueba de fuego vendrá ahora en las instituciones en las que el PP y Ciudadanos gobiernan gracias a Vox. Ese será el termómetro de una jugada que en Moncloa veían ayer como un ‘jaque mate’ ganado por el presidente. Los diputados del PP también se sentían vencedores. Ya lo dijo Cánovas, que diferenció a los adversarios políticos de los enemigos personales: «En política no hay más alianzas que las que trazan los intereses».

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