Diario de León

Pedro Sánchez comienza a poner límites a las exigencias de su vicepresidente

Con la estabilidad garantizada y los Presupuestos salvados, el Gobierno dice ‘no’ a la subida del SMI en 2021

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, esta semana en el Congreso. J.J. GUILLÉN

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, esta semana en el Congreso. J.J. GUILLÉN

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La orden es no entrar al trapo. Pedro Sánchez es partidario de quitar importancia a la estrategia de su socio de coalición que, desde el principio de la legislatura, optó por trasladar a la opinión pública sus batallas internas en un intento de marcar territorio. «El momento llegará», dicen en el entorno del presidente. El cansancio de los ministros socialistas, sin embargo, empieza a ser evidente y esta semana, con tensiones en múltiples frentes, afloró en las intervenciones de varios de ellos. «Cualquier cuestión que tenga que ver con debates o iniciativas que estén en el marco del Consejo de Ministros, lo lógico y normal es que se desarrollen en ese entorno», reprochó la ministra Portavoz, María Jesús Montero, en su habitual comparecencia de los martes. Un día después, las cámaras captaban cómo discutía en los pasillos del Congreso con el líder de Podemos y los presentes oían su lamento: «¡Mira que eres cabezón!»

No son tanto las discrepancias sobre asuntos como la Monarquía, la política territorial o la política exterior lo que genera los principales problemas. Los socialistas entienden que, al fin y al cabo, en esas cuestiones cada cual habla para su parroquia y, a pesar de que en abstracto su electorado pueda sentirse republicano o defender causas como la saharaui, creen que cualquier partido que pretenda ser de Gobierno debe mostrarse ante los ciudadanos como garante de la institucionalidad. Además, Podemos tiene asumido que, en temas de esa naturaleza, la voz del Gobierno la fija el secretario general del PSOE. Aunque, por si acaso, el secretario de Organización, José Luis Abalos, se lo recordó el lunes: «El presidente no es un ‘primus inter pares’».

El verdadero terreno de juego está en las banderas compartidas: la extensión de derechos y la agenda social. En el PSOE se quejan de que sus socios magnifican las diferencias entre ministerios para presentarse como los auténticos artífices de determinados avances y justificar así su presencia en el Gobierno. Y lo cierto es que, hasta ahora, a Iglesias la estrategia no le ha ido mal en términos de imagen, aunque en Moncloa creen que sus triunfos comunicativos no se traducen en intención de voto (dan credibilidad al último sondeo de GAD-3, que estima una caída de 15 escaños, desde 35 a 20, para Unidas Podemos). En los últimos días, ahora que ya están aprobados los Presupuestos, no obstante, Sánchez no ha tenido ya remilgos para marcar algunos límites.

Dos derrotas

De las cuatro o cinco batallas que permanecían abiertas, el partido confederal de izquierdas ha salido derrotado en dos. La semana empezó con una discusión sobre si el decreto de paralización de los desahucios debía incluir o no una compensación económica para los grandes tenedores que reclamaran por perjuicios al Estado y, finalmente, lo tendrá, en contra del criterio de Unidas Podemos. Pero aún más entidad tiene el hecho de que finalmente la vicepresidenta Carmen Calvo cerrara el viernes la puerta a un incremento del Salario Mínimo Interprofesional para 2021 con un «ahora no toca». El jefe del Ejecutivo ya había dejado entrever su posición el miércoles durante la sesión de control al Gobierno. Y no solo con sus palabras. Entró en el hemiciclo acompañado de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, defendió su compromiso con sus valores progresistas frente al portavoz de EH-Bildu, Oskar Matute, que la había acusado de actuar como sucursal de la CEOE, y advirtió de que el SMI ya había subido un 29% en los dos últimos años. Aun así, en Moncloa seguían diciendo que se daría un margen a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, para lograr su objetivo de aumentar al menos un 0,9% a través del diálogo social.

En el horizonte quedan aún varias fuentes de conflicto. Algunas son de largo recorrido, como la de la derogación de reforma laboral, a la que se opone Calviño, o la reforma de las pensiones planteada por el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá. Otras son más concretas e inmediatas, como la de la prohibición de los cortes de los suministros a las personas vulnerables, que fue precisamente la que propició el comentario de María Jesús Montero.

Podemos no tiene la más mínima intención de bajar el pistón y empezar a lavar en privado los trapos sucios del Gobierno. Lo han dicho ya todos sus representantes por activa y por pasiva. El mismo miércoles, desde la tribuna del Congreso, Pablo Echenique conminó a Sánchez, por ejemplo, a ser «valiente» cuando el propio presidente del Gobierno había advertido de que la crisis económica provocada por el coronavirus exige «prudencia».

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