Diario de León

La Policía cree que el yihadista actuó solo tras un proceso exprés de autoadoctrinamiento

Los servicios antiterroristas no seguían al marroquí Kanjaa, con antecedentes psiquiátricos, porque no mostró radicalismo

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¿Un desequilibrado yihadista o un yihadista desequilibrado? Esta es la pregunta que ahora tratan de responder los investigadores de la Comisaría General de Información, pero, en cualquier caso, la presunta enfermedad mental de Yassine Kanjaa no cambia el rumbo de una investigación que, cada vez más, apunta a un atentado integrista tras un proceso exprés de autoadoctrinamiento de una persona ya trastornada.

La tesis principal con la que trabajan los servicios antiterroristas de la Policía Nacional es que este ciudadano marroquí, con antecedentes psiquiátricos y algunos altercados previos en Tánger por su carácter inestable cuando no violento, actuó sin ayuda en los ataques de la tarde del miércoles en Algeciras que acabaron con la vida de Diego Valencia, sacristán de la iglesia de La Palma, y dejaron mal herido a Antonio Rodríguez, párroco de la capilla de San Isidro.

O sea, que Kanjaa sería un ‘actor solitario’, argot policial, un ‘lobo solitario’, en el argot periodístico. Por el momento, los agentes tampoco han encontrado indicio alguno de que Kanjaa, nacido hace 25 años en una localidad cercana a Tánger, haya tenido contacto con grupos o personas extremistas a través de internet y, mucho menos, que haya recibido directrices externas.

En el ‘piso patera’ que el sospechoso ocupaba en la calle Ruiz Ragle, en el centro histórico de Algeciras y muy cerca de las iglesias donde atacó, la Policía Nacional encontró la funda del machete de 45 centímetros de hoja, pero no se hallaron más armas ni ningún documento en soporte papel de corte integrista. Aunque quedan por estudiar varios pendrive y el móvil del arrestado, los analistas del Ministerio del Interior creen que pudo radicalizarse a través de redes e internet. Solo el estudio forense de esos dispositivos podrá confirmar qué páginas visitó y qué documentos o vídeos pudo visionar. Ese análisis se demorará todavía unos días, por eso la Policía solicitó ayer al juez del caso, el magistrado de refuerzo del Juzgado Central 6 de la Audiencia Nacional Joaquín Gadea, prorrogar la detención de 72 a 120 horas, por lo que no pasará a disposición judicial hasta el lunes.

Los dos compañeros de la infravivienda de Yassine Kanjaa, que ya han sido interrogados por los agentes, han revelado que la radicalización del detenido se produjo hace solo dos meses y de una forma radical. De un día para otro dejó el alcohol, el hachís y el tabaco y comenzó a rezar continuamente y a reprender a los musulmanes de su entorno por su supuesta falta de ortodoxia. Incluso —apuntan fuentes de la investigación— en las últimas semanas tuvo un altercado en la mezquita por su extremismo y modos violentos. Sin embargo, este cambio pasó inadvertido a los servicios policiales.

Kanjaa, como tantos otros ‘sin papeles’ que viven en infraviviendas del centro de Algeciras, estaba bajo el radar de la Policía por sus trapicheos y sus altercados con sus paisanos, pero nunca por yihadismo. Interior negó taxativamente ayer que estuviera bajo vigilancia por su extremismo. Tampoco tenía antecedentes penales por delitos comunes ni ningún servicio policial de los llamados país ‘aliado’ en la lucha contra el terrorismo islámico, incluido Marruecos, había alertado de su posible extremismo, por lo que no había motivo para que fuera monitorizado por los servicios de Información. Eso sí, el supuesto yihadista sí que estaba fichado.

El 16 de junio de 2022 la Policía Nacional le identificó por primera en las calles de la misma localidad gaditana en la que atentó. Se le abrió un expediente de expulsión, según consta en su ficha policial, pero no se ejecutó la deportación. Es más, los documentos policiales recogen que ni siquiera llegó a pisar un centro de internamiento de extranjeros (CIE), paso previo a la expulsión.

No era la primera vez que el supuesto terrorista intentaba entrar en Europa. En agosto de 2019 fue deportado a su país desde Gibraltar por entrar ilegalmente en la roca en una moto acuática junto a dos adultos y un menor.

Sea como fuere, el juez Gadea, a la espera de recibir más informes, por el momento no tiene dudas de que se trata de ataques de motivación integristas, más allá de los posibles desequilibrios del detenido.

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