Diario de León

La policía vigila a los radicales por temor al efecto imitación de Algeciras

Los servicios antiterroristas quieren evitar que los ataques sirvan de acicate a ‘lobos solitarios’

Imagen del sacristán muerto en medio de la calle de Algeciras. A.CARRASCO RAGEL

Imagen del sacristán muerto en medio de la calle de Algeciras. A.CARRASCO RAGEL

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En la cafetería de la céntrica plaza Alta de Algeciras, a escasos 50 metros del lugar donde el sacristán Diego Valencia fue asesinado, la clientela apura cafés. El tema de conversación sigue siendo el mismo: el supuesto atentado yihadista del pasado miércoles. Una mujer rubia conversa con las camareras y se enciende al escuchar la televisión, que suministra en carrusel las últimas noticias. «Que respetemos, que seamos tolerantes, pero... ¿esto es respetarnos a nosotros?». El ataque, al que investigadores y políticos tratan de poner apellido, ha dejado en la ciudad gaditana una herida que tardará en cicatrizar. Las Fuerzas de Seguridad saben que lo ocurrido activa una alerta con tres focos diferentes. Tanto Policía Nacional como Guardia Civil han intensificado la vigilancia sobre las amenazas tradicionales —detectar células, agentes solitarios o radicales—, los fenómenos de imitación o posibles brotes de islamofobia derivados de esta situación. El primer objetivo no es nuevo; sólo se trata de elevar aún más la guardia que implica el Nivel 4 (alto) de Alerta Antiterrorista, en el que España se encuentra actualmente.

El segundo y el tercero, en cambio, son consecuencia directa del ataque del supuesto lobo solitario Yassine Kanjaa.

Responsables de la lucha antiterrorista confirmaron que existe la alerta por el llamado ‘efecto copycat’ (imitación), sobre todo porque es la primera vez que en España se recurre al asesinato con arma blanca, que fue una de las técnicas que más promovió el Daesh para aquellos yihadistas que no podían desplazarse a hacer la ‘guerra santa’ al autodenominado Califato. Sorprendentemente, España —a diferencia del resto de los países europeos y en especial Francia y sobre todo Alemania— no había sido hasta ahora objeto de un atentado de estas características a pesar de que se trata del ataque más fácil de perpetrar. Y es precisamente esa la facilidad de repetir una acción como la de Algeciras lo que preocupa particularmente. El ‘ejemplo’ Kanjaa -afirman mandos de la lucha antiterrorista- pueda inspirar o servir de acicate a otros posibles lobos solitarios, sobre todo por la fortísima repercusión en los medios (nacionales, pero también internacionales) que ha tenido el ataque del sacristán de la iglesia de La Palma y el apuñalamiento de Antonio Rodríguez, párroco de la capilla de San Isidro.

No sería la primera vez que un atentado en particular enciende la chispa y despierta a esos ‘actores solitarios’ o activa a grupos que hasta entonces no habían pasado de la retórica, el adoctrinamiento o el proselitismo. En 2015 -recuerdan analistas de los servicios de seguridad del Estado- se dispararon los atentados yihadistas en Francia después de la gran cobertura que tuvo el atentado contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo en enero. Solo ese año, que acabó con los atentados de la sala Bataclán, en el país vecino se registraron 36 atentados de tipo yihadista con 161 muertos y más de 300 heridos. Precisamente, el arrasador ‘copycat’ que se desató en 2015 en Francia fue el que provocó que en España el 26 de junio de ese año se elevara la alerta antiterrorista del nivel 3 (riesgo medio) a 4 (riesgo alto).

Radicalización

A los mandos policiales también les preocupan otros fenómenos de imitación procedentes de individuos no radicalizados, pero que tienen problemas de desarraigo o sufren algún trastorno mental y que, espoleados por lo sucedido en Algeciras, pueden protagonizar incidentes violentos contra los ciudadanos, los bienes o las Fuerzas de Seguridad. Y ponen como ejemplo el episodio ocurrido este mismo jueves en Fuengirola, donde un joven destrozó al menos siete coches aparcados en la calle mientras profería gritos en árabe y acabó enfrentándose a los agentes que acudieron a detenerlo (lesionó a los cuatro). Los investigadores creen que actuó de este modo envalentonado por el ataque de Algeciras, pero no han hallado indicios de radicalización en él. Al parecer, se trataría de un enfermo mental.

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