Diario de León

El presidente promete valentía y generosidad ante Aragonès

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Tres días después de su conversación telefónica, el presidente del Gobierno central, Pedro Sánchez, y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, coincidieron ayer en Barcelona en un acto de la patronal catalana Fomento del Trabajo, en la que se saludaron por primera vez desde la investidura del jefe del Ejecutivo catalán. Apenas una única imagen de ellos juntos en el patio de butacas, antes del inicio del evento, para saludarse y chocar sus puños. Escenificaban de esta forma el inicio de una nueva etapa que ambos dicen desean que esté marcada por el diálogo y la voluntad de buscar soluciones.

El encuentro —junto a lo más granado del empresariado catalán, que pide pasar página al ‘procés’ y que Madrid y Barcelona se pongan de acuerdo y «no se cansen de dialogar»— sirvió de antesala a la reunión que ambos pactaron días atrás en la Moncloa durante este mes. Una cita que debería fijar el inicio formal de la mesa de diálogo. Sánchez y Aragonès se lanzaron guiños y admitieron que el camino que han empezado a transitar será difícil ya que las posiciones de salida, como dejaron claro, están muy lejos.

En cuanto a los gestos, el presidente del Gobierno, poco después de que se conociera la carta de Oriol Junqueras aprobando los indultos y aparcando la vía unilateral, apostó por la «concordia» y el «reencuentro», llamó a no «buscar revanchas» y se comprometió a actuar con «valentía» y «generosidad», una forma de dar a entender que los indultos están en marcha.

«Os necesitamos. Cataluña es imprescindible», afirmó Sánchez, que apostó ante Aragonès por un «nuevo nosotros».

Aragonès se comprometió a superar el inmovilismo y el bloqueo, y llamó a abrir una etapa de «normalización política». Pero, eso sí, mostraron en público sus enormes diferencias sobre cómo afrontar la cuestión catalana.

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