Diario de León

Puigdemont amaga con resucitar el ‘procés’ y pone en riesgo la estrategia de Sánchez

El fugado amenaza con avivar la llama independentista debido a su futuro judicial por la malversación agravada

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ayer en Sevilla. JOSÉ MANUEL VIDAL

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ayer en Sevilla. JOSÉ MANUEL VIDAL

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El ‘procés’, entendido como el intento de secesión por la vía unilateral ejecutado por Mas, Puigdemont y Junqueras, se ha acabado. Lo mantiene el Gobierno, lo dijo Jordi Sànchez, expresidente de la ANC y ex secretario general de Junts, y lo prueba el divorcio entre ERC y Junts y que el Govern en solitario de Esquerra negocie su estabilidad con los socialistas catalanes. El Gobierno asegura que su política de apaciguamiento, pactada en la mesa de diálogo con el Govern, está dando frutos. ERC colabora con la gobernabilidad del Estado y se compromete a actuar dentro del marco legal.

Pero hay un elemento que siempre ha estado fuera de la ecuación de la agenda del reencuentro del Ejecutivo central: Carles Puigdemont. En 2017, tras declarar la independencia, decidió marcharse a Bruselas y seguir desde allí con la confrontación contra España.

La reforma del Código Penal y el auto de procesamiento emitido por el juez Pablo Llarena esta semana han vuelto a situar al expresidente de la Generalitat en el centro de la diana. Su futuro judicial condicionará la agenda del reencuentro de Sánchez.

Tras conceder el indulto a los nueve dirigentes independentistas, derogar la sedición y reformar la malversación, el Gobierno ha congelado la mesa de diálogo con la Generalitat. El Ejecutivo central señala que hay normalidad institucional. Sin embargo, el independentismo le replica que el conflicto político sigue aún más vigente que nunca y que todavía queda pendiente la negociación sobre el referéndum. Y luego está la carpeta Puigdemont.

Fuentes independentistas, del sector más radical, aseguran que este debe ser el año en que todo vuelva a saltar por los aires. Su tesis, desde el optimismo, es que Puigdemont podrá regresar victorioso, después de que la justicia ratifique su inmunidad como europarlamentario. La sentencia del Tribunal General de la Unión Europea (TGUE) podría llegar entre febrero y marzo y, si alguna de las partes recurre, la resolución definitiva en última instancia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) sería para otoño. Ahí sitúan en el independentismo el ‘momentúm’ del regreso del expresidente. Y creen que su retorno sería el acicate que necesita el movimiento nacionalista para resucitar el ‘procés’.

El Gobierno confía en que la reforma penal facilite la extradición del expresidente, pero en el secesionismo están convencidos de que no ocurrirá, que antes de llegar «esposado y rendido» ante un juez español, como dijo el líder de Junts, siempre habrá algún país dispuesto a «protegerle».

Antes, el 31 de enero, el TJUE dictará sentencia sobre las euroórdenes de extradición. Determinará si Bélgica puede rechazar la extradición de los dirigentes independentistas huidos, como ha hecho hasta ahora. Si el TJUE da la razón a Llarena, el magistrado del Supremo podrá reactivar las peticiones de entrega por malversación y Bélgica lo tendrá más complicado para negarse.

Tensión en las calles

El Gobierno ha apostado fuerte en Cataluña. Ha arriesgado pactando con ERC y beneficiando a los dirigentes que protagonizaron el referéndum ilegal de 2017 y que declararon la independencia. En Cataluña hay 48 escaños en disputa en las generales. Un total de 32 diputados catalanes apoyaron la investidura de Sánchez en 2019. Por tanto, el líder socialista se juega su reelección, en parte, según cómo acabe la cuestión catalana. Puigdemont es el elemento que puede dar al traste con los planes del presidente. Si Puigdemont vuelve victorioso, acabará la guerra civil independentista, habrá tensión en la calle, el ‘procés’, que permanece latente, saldrá del congelador y ERC se verá obligada a retomar la unidad secesionista y radicalizar su discurso. Y por contra, si regresa y es juzgado solo por malversación y no le caen los 12 años que apunta Llarena, habrá servido en bandeja la campaña al PP, que acusa al presidente del Gobierno de ponerle una «alfombra roja» al «golpista» de 2017. Está por ver si el electorado compra el relato optimista del Gobierno. Las municipales y autonómicas serán la primera prueba de fuego. Mientras, Sánchez comprobará este próximo jueves si está en lo cierto cuando da por enterrado el ‘procés’ con la cumbra en Barcelona.

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