Diario de León

La reforma laboral desata tensiones en el Gobierno y en Podemos con Yolanda Díaz

La vicepresidenta utiliza la traición de UPN para recriminar al PSOE la ‘vía Cs’ como nuevos socios del Ejecutivo

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La atribulada convalidación de la reforma laboral negociada por Yolanda Díaz con sindicatos y patronal ha dejado muchas heridas abiertas, pero quizá más importantes que la que afecta a la relación del Gobierno con sus aliados habituales son las que aún supuran entre los socios de coalición e incluso entre la vicepresidenta segunda y algunos sectores de Unidas Podemos.

De la primera, dio una pista la también ministra de Trabajo al recordar ayer al PSOE que la mayoría alternativa que fraguó al margen de los socios de la investidura, en realidad, no funcionó. «Hay voces que pensaban que no había riesgo; yo lo avisé», adujo. «Yo sabía el lunes que no daban los números. Hacer depender una votación tan delicada de dos diputados de UPN era extremadamente peligroso», insistió.

Durante la semana previa a la convalidación, Díaz se mantuvo muy crítica con la opción de sacar adelante el texto que durante nueve meses había negociado con sindicatos y empresarios con una mayoría que pivotara en torno a Ciudadanos. El PSOE, sin embargo, sostenía que no había más remedio.

El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, volvió ayer mismo sobre ese argumento en una entrevista en la Ser. «Lo que se llama la mayoría natural no existía en esta ocasión. Vamos a hablar con claridad: nos habríamos tenido que rendir y no habríamos podido sacarla adelante porque, por razones para mí inexplicables, ERC, PNV y otros estaban en contra de la reforma», defendió. Una parte de Unidas Podemos, sin embargo, cree que era esa porque se otorgó a los empresarios derecho de veto y porque se obligó a Díaz a negociar con fuerzas como ERC con las manos atadas a la espalda, sin margen para concesiones.

En el entorno de la vicepresidenta y de En Comú recuerdan que el texto tenía el aval tanto de la patronal como de sindicatos y cargan las tintas contra los republicanos, a los que acusan de no haber entrado jamás a analizar el contenido de la reforma. Dan por sentado, y así llegó a decirlo Aina Vidal desde el hemiciclo que la suya era una posición meramente táctica que buscaba desgastar la figura de Díaz a la que perciben como una potente rival electoral.

Algunos también miran hacia Podemos y dicen haber echado en falta algo más de apoyo a la vicepresidenta.

La falta de respaldo más llamativa fue, con todo, la de quien designó a la ministra de Trabajo como su sucesora natural. Pablo Iglesias, que en los últimos meses ha reaparecido con la clara intención de marcar el camino a la vicepresidenta después de que esta exhibiera su intención de volar en solitario y construir un proyecto electoral sin ataduras con las siglas, no dedicó elogio alguno a la reforma. Superada la votación, lanzó su dardo en forma de tuit: «La reforma laboral aprobada hoy trae mejoras para los trabajadores, pero la votación demuestra que la ‘geometría variable’ es una trampa. De no ser por el error, hoy la derecha podría haber asestado un golpe durísimo a Yolanda y a UP».

El «yo lo avisé» de Díaz tiene algo de actitud defensiva hacia ese mensaje y hacia Podemos. Los morados han dado muestras de malestar con la forma de hacer política de la vicepresidenta, poco amiga de visualizar conflictos, y en las últimas semanas, ha vuelto a escenificar tensiones con sus socios de coalición en asuntos como el de las macrogranjas, la crisis de Ucrania o la ley de vivienda, al margen de los que procuró mantenerse la titular de Trabajo.

La ausencia de Ione Belarra e Irene Montero, que se marcharon del Congreso para presentar su ‘ley de familias’ mientras Díaz defendía el jueves en el hemiciclo su real decreto ley, o el hecho de que ayer Podemos presentara una propuesta de reforma fiscal, de la que la vicepresidenta dijo no saber nada, justo en el momento en el que ella comunicaba la intención del Gobierno de subir hasta los mil euros el Salario Mínimo Interprofesional, resultan indicativos de cómo están sus relaciones. El momento que Díaz iba a usar para resarcirse de las críticas de ERC o Bildu por su falta de ambición en la defensa de los derechos de los trabajadores más vulnerables, quedó empañado por los suyos.

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