Diario de León

La reunión de Madrid pone a prueba la estabilidad del Gobierno

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La inminencia de la cumbre de la Otan, que se celebrará bajo el influjo histórico de la invasión rusa de Ucrania y estará preludiada por la cita con Joe Biden largamente perseguida por el presidente Sánchez, va a someter a un nuevo examen de congruencia y cohesión al Gobierno del PSOE y Unidas Podemos. La coalición de izquierdas ha atenuado su ardor contra el gran evento de la Alianza tanto por su militancia antimilitaristas como por el coste, que acabará rondando los 50 millones. Pero está por ver cómo ambos socios solventan los días clave de la cumbre tras haberse batido a fondo en la negociación del plan anticrisis. Y cuando Sánchez pretende enlazar el decreto socioeconómico con su protagonismo en la cumbre para relanzar su mandato después del fiasco del 19-J.

Por de pronto, y tras haber aireado su conocida disconformidad con la existencia misma de la Alianza y, ahora, con que sea el Ejecutivo del que forma parte el que dé cobertura al cónclave internacional que blindará Madrid, Podemos optó por retraerse en la primera convocatoria de quienes continúan abanderando el ‘Otan, no’: la manifestación de ayer en Madrid que pretendía escenificar el rechazo a la entente de seguridad y defensa de aquellos sectores de la izquierda que disienten de que España esté enviando armas a la resistencia ucraniana y se resisten a responsabilizar en exclusiva a Vladímir Putin de la invasión ilegal del territorio vecino y soberano.

Las próximas horas, con Madrid ya en plena efervescencia, determinarán si la renuncia de Unidas Podemos a escenificar notoriamente su disgusto es un compromiso a prueba de la celebración de la cumbre. Y también de declaraciones como las de la ministra de Defensa, quien recordó a sus socios y otros eventuales discrepantes que el 83% de los españoles avala a la Otan. «La paz no es patrimonio» de unos manifestantes en «clarísima minoría», lanzó Margarita Robles en TVE.

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