Diario de León

Sánchez busca en la cumbre de la Otan apuntalarse con un perfil internacional

El Gobierno ve en la cita del 29 y 30 de junio la oportunidad de ganar peso y prestigio en un momento de dificultades internas

Pedro Sánchez y el secretario general de la Otan, Jens Stoltenberg ayer, en la finca Quintos de Mora. BORJA PUIG DE LA BELLACASA

Pedro Sánchez y el secretario general de la Otan, Jens Stoltenberg ayer, en la finca Quintos de Mora. BORJA PUIG DE LA BELLACASA

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El Gobierno ve en la cumbre de la Otan que se celebrará en Madrid a finales de junio una oportunidad para apuntalar el perfil internacional de Pedro Sánchez y mejorar su percepción en el ámbito interno. La cita, a la que Moncloa concede una enorme importancia, llega en un momento delicado para el Ejecutivo. En público, los socialistas se vanaglorian de que pese a lo precario de su mayoría y las enormes dificultades a las que han tenido que hacer frente —una pandemia, la erupción de un volcán, las consecuencias de una guerra a las puertas de Europa...— siguen ganando votaciones en el Congreso. Pero los sondeos hablan de un desgaste que se percibe en la actitud del presidente y su partido.

La incapacidad de apagar el fuego generado por el caso Pegasus y el efecto que ha tenido para las expectativas electorales del PP la sustitución de Pablo Casado por Alberto Núñez Feijóo han llevado al PSOE a adoptar una actitud más propia de una fuerza en la oposición. No es sólo que el jueves Sánchez dedicara los veinte primeros minutos de su intervención de una hora sobre el espionaje a hablar en la Cámara baja de la corrupción de los Gobiernos de Mariano Rajoy. Cada vez que el líder de los populares tiene una comparecencia, el PSOE hace una convocatoria para darle réplica por boca de su vicesecretaria general, Adriana Lastra, o de otro portavoz.

La cita internacional, en la que la Otan debe aprobar su nuevo concepto estratégico, tendrá lugar el 29 y 30 de junio, diez días después de las elecciones andaluzas, a las que el principal partido del Gobierno concurrre en su peor momento. Las posibilidades de recuperar la Junta son casi nulas. Lo que está por ver es si el actual líder, Juan Espadas, mantiene el suelo dejado por Susana Díaz. El Ejecutivo cree, sin embargo, que el alarde de organización que implica un evento de esta magnitud y naturaleza tendrá un impacto positivo. Más aún si, como se pretende, se logra que sea en Madrid donde Finlandia y Suecia firmen el protocolo de adhesión a la Alianza Atlántica, en cuestión por el veto turco. «Estamos muy entusiasmados», llegó a decir hace un mes la ministra portavoz, Isabel Rodríguez.

No todo el Gobierno comparte, no obstante, esa ilusión. Podemos ya criticó que España acoja una «cumbre militarista» y reprochó que los ministerios del Interior y de Exteriores dediquen cerca de 37 millones de euros adjudicados «sin concurrencia y publicidad», según publicó ‘20minutos’, a su desarollo.

Es el mismo debate que se suscitó con el envío de armas a Ucrania, en el que la vicepresidenta Yolanda Díaz acabó respaldando, sin embargo, al jefe del Ejecutivo. El Gobierno ya tiene intención de echar mañana la casa por la ventana con la celebración del 40 aniversario del ingreso de España en la Otan en el Teatro Real. Será un acto institucional presidido por los reyes, al que asistirán los expresidentes del Gobierno, el actual secretario general de la organización, Jens Stoltenberg y dos de sus antecesores, el español Javier Solana y Fogh Rasmussen, los embajadores en Madrid y Bruselas de todos los países aliados, y, como invitados, el director de asuntos Exteriores del Gobierno de Kiev, un asesor del presidente Volodimir Zelenski.

Sánchez siempre ha cultivado su perfil internacional. Es un escenario en el que se mueve bien, como se puso de manifiesto recientemente cuando logró que Bruselas aceptase que España y Portugal fijen topes al precio del gas.

Todos los presidentes del Gobierno acaban sus mandatos con mayor proyección exterior y en su caso la guerra de Ucrania ha servido de acicate para incidir un papel que ya le era grato . «Probablemente —admite un dirigente del entorno del pesidente— los mandatarios encuentran fuera una empatía que no tienen dentro, sobre todo, cuando vienen mal dadas». Es una especie de «solidaridad entre iguales».

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