Sánchez calma a los territorios con los cambios pero activa recelos latentes

La dimisión de Adriana Lastra, cuando ya corría el rumor de que se avecinaban cambios internos, obligó a Pedro Sánchez a actuar con rapidez esta semana para cerrar cuanto antes la crisis y evitar que la sensación de zozobra se apoderara del PSOE justo después de haber logrado elevar su moral, alicaída tras las elecciones andaluzas, con el debate sobre el estado de la nación. De momento, la operación ha servido para que desde algunos territorios en los que se veia con preocupación la pendiente hacia las próximas elecciones autonómicas hablen de acierto y se perciba un chute de autoestima. Aunque no todo el partido aplauda.

El PSOE actual está lejos de ser esa formación en la que las discrepancias se aireaban con facilidad. Pero ahora puede oírse un ligero murmullo de fondo. Esta vez, los lamentos no vienen de barones perdedores de aquella contienda como el castellano-manchego, Emiliano García-Page, o el aragonés, Javier Lambán, que de cuando en cuando marcan distancias del Ejecutivo central para lanzar un mensaje a sus parroquias, de perfil más conservador. En las federaciones que estos dirigen creen que la designación de Patxi López como portavoz parlamentario «aumentará la potencia de tiro» del partido y «abrirá un cortafuegos en la cuestión de ERC y Bildu», algo , dicen, de enorme importancia. También que la ejecutiva gana solidez con María Jesús Montero como vicesecretaria general y Pilar Alegría como portavoz.

Es entre algunos de quienes ayudaron a Sánchez a recuperar el cetro socialista en 2017 entre los que se percibe malestar. En público, solo el heterodoxo exalcalde donostiarra, Odón Elorza ha dejado entrever sus reparos. «Tras aquel ‘golpe’ en el Comité Federal de 2016 hubo mucha militancia, entre ellos quienes votamos ‘no’ a Rajoy, que defendimos un proyecto de izquierdas, la coherencia del PSOE y la democracia interna. Me temo que una parte de esa militancia puede estar hoy, como mínimo, confusa».