Diario de León

Sánchez y Casado también se enfrentan por la respuesta a la crisis de la Corona

El Gobierno insiste en que la Zarzuela debe pronunciarse y el líder del PP se erige en baluarte del rey Juan Carlos

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una videoconferencia con el líder del PP, Pablo Casado. BORJA PUIG

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una videoconferencia con el líder del PP, Pablo Casado. BORJA PUIG

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El PSOE y el PP, también cuando era Alianza Popular, han ido de la mano desde la Transición en la defensa de la Corona. Hasta ahora. Pedro Sánchez y Pablo Casado difieren en cómo afrontar la crisis abierta tras haber aflorado la fortuna oculta y los supuestos negocios ilícitos de Juan Carlos de Borbón. El Gobierno quiere preservar la imagen de la Corona y disocia la actitud a Felipe VI de la conducta de su padre. El jefe de la oposición sostiene que el Ejecutivo quiere aprovechar la crisis abierta para erosionar la institución con los ataque protagonizados por Unidas Podemos.

El enfrentamiento de Sánchez y Casado no se frena ante nada. No lo evitó la pandemia y tampoco lo ha hecho el complicado momento de la Monarquía, que atraviesa la crisis más grave de la institución desde su restauración en 1975. Mas no por ello Gobierno y oposición cierran filas. El presidente del Gobierno y el líder del PP, en un gesto para las cámaras, chocaron el codo tras el acto de homenaje a las víctimas de la Covid-19 de hoy, pero a continuación Casado se dirigió a los medios de comunicación para lanzar un mensaje, «en concreto a Felipe VI», que traía preparado: «Creo que (la Corona) es una institución esencial, es el símbolo de la continuidad histórica de España y por eso desde el PP defendemos a la Jefatura del Estado y a su majestad el rey frente a los ataques de algunos ministros del propio Gobierno». Aludía a Pablo Iglesias.

También el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, reprochó al Gobierno que ponga el foco de atención sobre el rey emérito para «desviar la atención» de sus problemas internos. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, dio un paso más y consideró una insensatez que los socialistas estimulen el debate sobre la Monarquía porque «España debe mucho al rey Juan Carlos».

El Gobierno cree que la lisonja no es el mejor remedio para afrontar esta crisis. Al igual que ha hecho Sánchez cada vez que se ha referido al asunto, la vicepresidenta Carmen Calvo reclamó hoy que se distinga «muy claramente lo que son asuntos que afectan al exjefe del Estado, al rey emérito, de la impecable labor que hace el rey Felipe VI». Explicó que el Ejecutivo no está para adular ni para atacar a la Monarquía, el papel que le corresponde es «reafirmar el papel constitucional del rey Felipe VI» y «el trabajo que hace en el lugar que la Constitución le sitúa». Calvo, de todas maneras, no desaprovechó la ocasión para instar a la Casa del Rey a que dé pasos para atajar la crisis creada por Juan Carlos de Borbón. Asi como el Gobierno hace su trabajo en defensa de la Corona, añadió, la Casa Real «tiene que tomar también sus decisiones». Sánchez, que habló un buen rato con Felipe VI tras el homenaje a las víctimas del Covid-19, volvió a guardar silencio. Ya ha dicho todo lo que tenía que decir, apuntaron desde la Moncloa.

El reparto de papeles En el PP, sin embargo, consideran tibia y carente de empatía la respuesta del presidente del Gobierno. Con la excepción de algún dirigente, Casado y la dirección de los populares sortean al emérito y la investigación judicial sobre sus negocios para centrar su defensa en la figura del Rey. Sostienen que el Gobierno no está a la altura, y sospechan que las críticas del vicepresidente segundo obedecen a un reparto de papeles. Es la primera vez en los últimos 45 años que el Gobierno y la oposición toman caminos separados ante asuntos que conciernen a la Casa del Rey. Mariano Rajoy, como jefe del Ejecutivo, y Alfredo Pérez Rubalcaba, como líder de la oposición, diseñaron juntos hace seis años la arquitectura legal y política para la abdicación de Juan Carlos de Borbón. Lo mismo ocurrió con sus antecesores, que mantuvieron vías de comunicación en todos los asuntos referidos a la Corona.

Esa comunión ahora no existe. Se pudo comprobar cuando el presidente del Gobierno abrió la semana pasada sin consultar al jefe de la oposición el debate sobre la reforma constitucional para limitar la inviolabidad del Rey, y también del resto de aforados, a los actos cometidos en el ejercicio de sus cargos. «No estoy a favor. En absoluto», respondió Casado, que achacó la propuesta de Sánchez a fines electorales en la campaña en el País Vasco y Galicia. En otro momento, esa iniciativa hubiera sido hablada y consensuada por el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición, fueran quienes fueran.

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