Diario de León

Sánchez conserva a su círculo de confianza en un Gobierno de marcado perfil económico

Arancha González Laya, experta en comercio internacional, será la ministra de Asuntos Exteriores

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Pedro Sánchez ha diseñado un Consejo de Ministros de acentuado perfil económico y en el que conserva al núcleo de confianza que le acompaña desde hace dos años. La idea, según reseñó la Moncloa en un mensaje, es que este Gobierno sea «el mejor equipo económico de la democracia española».

El presidente continuó ayer con el destilado ministerial. Se conocieron los nombres de tres nuevos ministros y ratificó a siete en el cargo. Hasta el momento, conservan su asiento en el Consejo de Ministros once miembros del anterior gabinete y se producen ocho incorporaciones. En total, 19 carteras, seis ocupadas por socialistas, cinco por dirigentes de Unidas Podemos y ocho por independientes. El número puede crecer hasta 22 si Sánchez mantiene los Ministerios de Administración Territorial, Justicia y Cultura del anterior organigrama y para los que todavía no hay responsable.

La sorpresa de la jornada fue el nombramiento de Arancha González Laya como ministra de Asuntos Exteriores. La hasta ahora directora ejecutiva del Centro de Comercio Internacional, la agencia conjunta de desarrollo de Naciones Unidas y la Organización Mundial de Comercio, es una jurista desconocida fuera de su círculo profesional, sin trayectoria en la vida política española, poco amiga de los nacionalismos y que no milita en ningún partido. La sucesora de Josep Borrell ha recibido la orden de Sánchez de priorizar «la diplomacia económica».

Un encargo que no es baladí. La tesis doctoral del presidente del Gobierno, muy discutida desde la oposición, se titula «Innovaciones de la diplomacia económica española. Análisis del sector público (2000-2012)» y establece, según señala el autor en su introducción, que «la promoción y la defensa de los intereses económicos se ha convertido en una política central de la diplomacia». La idea, por tanto, parece que ronda la cabeza de Sánchez al menos desde hace ocho años, cuando recibió la calificación de ‘cum laude’ para su trabajo.

La encomienda económica aparece en la nomenclatura de diversos ministerios para esta nueva etapa. El nombramiento de González Laya responde a esta filosofía, como el de José Luis Escrivá, que se hará cargo de la cartera de Seguridad Social, Inclusión y Migraciones. El hasta ahora presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal ha sido un estricto auditor de las cuentas públicas y un quebradero de cabeza para las responsables de Economía y Hacienda, con las que compartirá a partir del próximo martes Consejo de Ministros. Se trata de dos tecnócratas de alto nivel y con reconocimiento profesional internacional, un perfil muy similar al de la futura vicepresidenta económica, Nadia Calviño. Los tres comparten además carencia de currículum político.

Para esos menesteres el presidente del Gobierno cuenta con su núcleo de confianza, sobre todo con Carmen Calvo, María Jesús Montero y José Luis Ábalos, además de las aportaciones que a buen seguro harán los miembros de Unidas Podemos, encabezados por Pablo Iglesias, y que, con la excepción de Manuel Castells, acreditan, al revés que Laya y Escrivá, una sólida trayectoria política, por encima de su trayectoria profesional.

La tercera incorporación conocida ayer, la de Salvador Illa, refuerza además la vertiente política del gabinete. El secretario de Organización de los socialistas catalanes ha sido uno de los negociadores del pacto del PSOE con Esquerra, es un ‘alter ego’ de Miquel Iceta y puede presumir de bagaje en el debate con otras fuerzas políticas.

Sánchez ha buscado, por tanto, un equilibrio en su Consejo de Ministros que no tenía con el anterior equipo para hacer frente a una legislatura muy difícil para el Gobierno por su endeblez parlamentaria, está en minoría y la fidelidad de sus aliados es más que discutible, y por la cada día más oscura deriva del conflicto soberanista en Cataluña, agravada por la desobediencia a las resoluciones judiciales.

Los problemas, sin embargo, pueden surgir de puertas para adentro por la cohabitación de socialistas, morados e independientes.

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