Sánchez desoye la demanda del PP para que dé la cara en el Congreso por los ERE
m. e. alonso | madrid
Pedro Sánchez no tiene previsto por ahora hablar de la sentencia del caso de los ERE. Mucho menos comparecer en el Congreso para responder a las preguntas de la oposición sobre la condena a dos expresidentes del PSOE y de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán y Manuel Chaves, y 17 exaltos cargos más. «De ninguna de las maneras le concierne», respondió tajante la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá.
El Ejecutivo ha querido trazar una frontera entre el desvío de los 680 millones de euros distribuidos de forma irregular a los parados en Andalucía bajo gobiernos socialistas y el presidente en funciones. En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, Celaá insistió en que el caso de los ERE fraudulentos «no afecta a este Gobierno y mucho menos al presidente». Sí admitió que el fallo no le es indiferente ni a Sánchez ni «a quienes hemos compartido la vida pública con los implicados». «Nos duele profundamente», aseveró ayer la también ministra de Educación.
Desde que se conoció la sentencia de la Audiencia de Sevilla, el pasado martes, el jefe del Ejecutivo ha eludido hablar del asunto, mientras otros miembros del Gobierno y la dirección del PSOE se han limitado a repetir como un mantra que el caso no afecta a la dirección del partido, que los exmandatarios condenados no se enriquecieron y que la trama no está vinculada a la financiación del partido.
En un intento de que Sánchez se pronuncie, el PP registrará en cuanto se constituyan las Cortes el próximo 3 de diciembre la petición para que comparezca de forma «extraordinaria y urgente». «ERE y Sánchez son lo mismo», arguyó el senador popular Javier Maroto. Pero el Ejecutivo socialista descarta que Sánchez acuda al Congreso por ese motivo.
De momento, la Audiencia Provincial de Sevilla ya ha puesto fecha para la vistilla en la que deliberará sobre el inmediato ingreso en prisión de cuatro de los condenados con las penas más elevadas. Será el próximo jueves en una vista a puerta cerrada.