Diario de León

Sánchez enfila unas elecciones que el PSOE contempla con inquietud

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P. DE LAS HERAS | MADRID

Las cosas parecen decididas. Pedro Sánchez insiste en público, y según fuentes socialistas también en privado, en que él tampoco desea una repetición electoral, pero en su entorno tienen claro que para el presidente del Gobierno en funciones volver a pasar por las urnas el próximo 10 de noviembre es solo el «mal menor», que, a su juicio, la única alternativa ahora viable, un Gobierno de coalición con Unidas Podemos como el que sí estuvo dispuesto a explorar en julio, resultaría catastrófica. Los socialistas lo han asumido e interiorizado, pero eso no significa que estén tranquilos. Al contrario, son muchos los que admiten «vértigo» ante una cita a la que encuentran pocas ventajas.

Las encuestas publicadas hasta la fecha no invitan a pensar en que esté en riesgo la primacía del PSOE ni la del bloque de la izquierda. Nada hace augurar que «las tres derechas», PP, Cs y Vox podrán sumar y eso, en parte, ha retraído de exponer su opinión a algunos de los que, en el mismo núcleo duro de la formación pero también en los territorios, creen que no merece la pena asumir el riesgo de unos nuevos comicios. Sin embargo son muchos los dirigentes y cuadros medios que siguen sin estar convencidos de que vayan a ser un buen negocio. «A mí, sinceramente, lo que me preocupa —admite un barón cercano al líder del partido— es que los resultados sean similares a los que ya tenemos».

Una decisión

En el mejor de los casos, los socialistas pueden subir, de acuerdo con los sondeos, hasta catorce escaños, pero no se contempla ningún escenario en el que por sí solos alcancen ni de lejos la mayoría absoluta. El estudio de GAD 3 publicado el pasado lunes por el diario ABC sí dibujaba, en todo caso, un panorama que, según aseguran en Ferraz, Sánchez ve como factible y suficientemente relevante como para justificar su decisión: una mayoría más holgada que la actual en la que Podemos seguiría siendo necesario, pero en la que la investidura, y este es el dato sustancial, dejaría ya de depender de los independentistas.

El secretario de Transparencia y Democracia Participativa, Odón Elorza, uno de los escasos miembros de la ejecutiva socialista dispuesto a ejercer de ‘Pepito Grillo’ en este nuevo PSOE en el que pocos cuestionan al líder, ya expresó en el último encuentro de la dirección, la semana pasada, su convicción de que la falta de acuerdo con Unidas Podemos podría derivar una desmovilización de la izquierda. Y el mismo lunes, a través de su cuenta de Twitter, lanzó una advertencia sobre las halagüeñas cifras de esos pronósticos sociológicos. «La cuestión —avisó— es si esa encuesta refleja la realidad, si el desencanto ya está recogido o aún no y si en los dos próximos meses puede haber cambio de tendencias». Fueron muy pocos, dentro y fuera del partido, los que creyeron que Sánchez iba en serio cuando, tras ver fracasar su investidura el pasado 25 de julio, dijo que la fórmula de la coalición quedaba definitivamente enterrada. «Que todo el mundo haga vacaciones y que todos hablen con todos la última semana de agosto», decía entonces otro líder territorial. Hasta esta misma semana, el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, y el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, trataron de tentar a Podemos para que dé ahora un sí a la y, ya avanzada la legislatura y restituida (en su caso) la confianza, volver a plantear su entrada en el Ejecutivo. Pero el presidente en funciones jamás ha avalado esa idea. «Nunca estuvo nada convencido de la coalición. En julio fue a ella arrastrado, pero lo que ocurrió solo le ratificó en su posición inicial», dicen en el cuartel general de los socialistas.

Las diferencias con Podemos sobre la crisis de Cataluña en vísperas de la sentencia sobre el ‘procés’, que puede volver a desencadenar la tensión a mediados de octubre, es uno de los factores que más le condicionan —de ahí también su anhelo de tener suficiente fuerza como para que, tras el 10 de noviembre, ni Esquerra ni JxCat sean determinantes—, pero en Moncloa también apelan a la nada desdeñable posibilidad de tener que gestionar un escenario de desaceleración económica (con las implicaciones de un posible Brexit duro para completar el panorama) como razón de peso para preferir jugársela de nuevo con los electores antes que aliarse con Iglesias. En su círculo más próximo dentro del partido algunos admiten sus dudas de que, en estas circunstancias, sea más conveniente tener a Podemos fuera que dentro del Gobierno.

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