Diario de León

Política

Sánchez se enfrenta a la renovada hostilidad de Podemos en el nuevo curso político

Los morados presionan a Teresa Ribera por el precio de la luz, y a la ministra de Educación por el apoyo a la enseñanza concertada

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visita varias zonas afectadas por los incendios de Ávila. RAÚL SANCHIDRIÁN

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visita varias zonas afectadas por los incendios de Ávila. RAÚL SANCHIDRIÁN

Publicado por
R. G / M. A. A
León

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Recompuesta la figura tras la conversación con el presidente de Estados Unidos y la bendición de la Unión Europea a su plan de acogida de refugiados afganos, Pedro Sánchez se ha dado de bruces con una renovada beligerancia de Unidas Podemos que amenaza la delicada convivencia en el Gobierno de coalición. La vicepresidenta de Transición Ecológica, por la imparable subida de la factura eléctrica, y a la ministra de Educación, por su acercamiento a la enseñanza concertada, son los últimos rostros en la diana morada, en la que ya tiene un lugar preferente el ministro del Interior y un puesto vitalicio la vicepresidenta primera .

El estilo discreto de lavar la ropa en casa de Yolanda Díaz no termina de convencer a los demás ministros de Podemos, más cómodos con el rompe y rasga que practicaba Pablo Iglesias. La titular de Derechos Sociales, y sucesora de Iglesias al frente del partido, y el de Consumo abrieron ayer las hostilidades. Ione Belarra recurrió a Twitter para reclamar al Gobierno «hacer más» para rebajar el recibo de la luz. Alberto Garzón escribió una carta, que también hizo pública, para reclamar a la vicepresidenta Teresa Ribera que fije mediante un decreto ley un precio para la energía nuclear y establezca topes máximos a la hidroeléctrica. Según los cálculos del Ministerio de Consumo, ambas medidas se traducirían en un ahorro para los consumidores de entre 1.500 y 3.200 millones de euros.

La ministra de Educación, Pilar Alegría, que se ha declarado «firme defensora del trabajo colaborativo entre la enseñanza pública y la concertada», que tiene que jugar «un papel clave» en el sistema educativo, también ha hecho fruncir el ceño a los morados. Desde Podemos recordaron a la nueva ministra que la apuesta del Gobierno es por un modelo «público y de calidad» en el que la concertada no puede tener un trato de favor.

Los ministros socialistas no quieren dar vuelo a estas controversias, pero Podemos sí, y dice que está dispuesto a llevar a la calle sus diferencias. Sería un paso cualitativo para la convivencia de la coalición, han avisado desde el entorno del presidente del Gobierno, quien confía en resolver las controversias cara a cara con la vicepresidenta segunda, como hacía con su antecesor aunque con éxito variable.

Sánchez, afirmaron en la Moncloa, no va a permitir que los nubarrones en la alianza empañen un horizonte político favorable con la recuperación económica a buena velocidad, con la llegada de los 9.000 millones de fondos europeos, a los que sumarán otros 10,000 a final de año, y con una oposición a la que ve desnortada. Pero de momento, centrada su atención en la crisis de Afganistán, no ha dado ningún paso.

Lo que preocupa en la cúpula gubernamental es que los encontronazos por la factura eléctrica y el modelo educativo no son casos esporádicos.

PSOE y Unidas Podemos preveían tener un verano tranquilo después de que sus respectivos equipos encargados de negociar los Presupuestos de 2022, claves para agotar la legislatura, se hubieran visto por primera vez el pasado 29 de julio. Fue un primer encuentro para marcar la hoja de ruta. La profunda remodelación del Gobierno Central llevada a cabo dos semanas antes, la concesión de los indultos a los condenados por el ‘procés’, habían dejado listos los deberes de la coalición para septiembre. Coleaba la eterna discusión por la ley de vivienda, un asunto que dejaron aparcado hasta septiembre. Pero durante agosto no hubo paz y las diferencias han brotado por doquier.

El primer roce llegó el 4 de agosto, primer aniversario de la marcha del rey emérito a Abu Dabi, cuando Belarra desempolvó el discurso antimonárquico y criticó los escándalos «de corrupción e impunidad» que se atribuyen a Juan Carlos I. También consideró que la Monarquía es una «grave anomalía democrática». Ese mismo día el presidente del Gobierno almorzaba con Felipe VI en Palma de Mallorca. La respuesta fue ignorar los comentarios.

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