Diario de León

Sánchez es el presidente del Gobierno con menor respaldo parlamentario

El recién nombrado echa el freno con la formación del Ejecutivo y desconcierta a los suyos, quienes horas antes habían afirmado que «va a ir muy rápido», mientras Unidas Podemos aportó más datos sobre su vicepresidencia

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Pedro Sánchez ya es presidente del Gobierno sin necesidad de recurrir a la puerta trasera, por muy constitucional que sea, de la moción de censura. Puede decir que ha recorrido el mismo camino para llegar a la Moncloa que Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Solo que con menos respaldo que ellos. Consiguió la confianza del Congreso por apenas dos votos de diferencia, 167 a favor, 165 en contra y 18 abstenciones.

El debate de investidura que se cerró ayer llevará para los restos el marchamo del más bronco desde la transición. En la Cámara baja se dijeron cosas que nunca se habían escuchado en el vetusto salón de plenos, hecha la excepción de la intentona golpista del 23-F. Unos discursos de lija que presagian una legislatura crispada como nunca, con un Congreso partido por la mitad desde el inicio y sin puentes a la vista.

Cuando descienda la espuma del momento de la victoria y se apaguen los ecos entusiatas del «sí se puede» coreado ayer en el Congreso, Sánchez constatará que tiene ante sí un oscuro panorama político. Contrajo una serie de compromisos con Esquerra Republicana de compleja resolución. Por lo pronto, dentro de dos semanas tendrá que constituirse la mesa de diálogo entre su Gobierno y el de Quim Torra, y cuyos detalles son un arcano. Antes de que acabe el mes su ministra de Hacienda, se da por segura la continuidad de María Jesús Montero, tiene que presentar el proyecto de techo de gasto para unos Presupuestos que deben llegar al Congreso en el primer trimestre. Ese proyecto de cuentas medirá la fortaleza de la coalición con Unidas Podemos, siempre expansiva con el gasto, y la obligada ortodoxia contable de quien debe rendir cuentas ante Bruselas.

Serán dos bancos de prueba nada más empezar para una coalición de Gobierno casi virginal. La última experiencia fue la que encabezó entre abril de 1938 y marzo de 1939, en los estertores de la Guerra Civil, el socialista Juan Negrín, con ministros del PSOE, comunistas, anarquistas, republicanos y nacionalistas catalanes y vascos. Paradojas de la historia, las mismas fuerzas, adecuadas a los tiempos, que han apoyado la investidura de Sánchez. Su Consejo de Ministros no tendrá como aquel representantes de siete fuerzas políticas, serán solo dos más los independientes que tanto gustan al líder socialista, pero la convivencia no va a ser fácil. Pablo Iglesias estalló en un llanto incontenible tras la votación. No era para menos, del 15-M a la Moncloa, una trayectoria política fulgurante en ocho años. Vicepresidente y con cuatro carteras para los suyos. Pero la púrpura del momento no tapa la mutua desconfianza que Sánchez e Iglesias se dispensan, y que, tarde o temprano, emergerá.

Sorpresa

No habrá nuevo Gobierno hasta la semana próxima. Pedro Sánchez cogió por sorpresa incluso a sus más cercanos colaboradores con esta noticia, comunicada por los canales oficiales del PSOE a media tarde de ayer sin más explicación, cuando apenas habían transcurrido tres horas desde su salida del Congreso de los Diputados como nuevo presidente del Ejecutivo. El inesperado frenazo choca con las urgencias que él mismo había alegado para someterse a la sesión de investidura en un fin de semana de fiestas navideñas y con las palabras que, desde la tribuna de oradores, pronunció quien ha sido una de las principales artífices de su triunfo, la portavoz parlamentaria, Adriana Lastra: «Hoy millones de españoles han vuelto a creer en la política; empecemos cuanto antes».

El pasado domingo, después la primera jornada de votación de la investidura, la vicepresidenta Carmen Calvo confirmó que este viernes se celebraría ya el primer Consejo de Ministros y se adoptarían las primeras medidas sociales; algo que también dio por hecho ayer mismo por la mañana la ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero. «Va a ir muy rápido», afirmaban desde el Ejecutivo. Nadie veía razones para que fuera de otra manera porque, a diferencia de lo que ocurrió en 2018, cuando alcanzó la jefatura del Ejecutivo tras una moción de censura prácticamente improvisada, Sánchez ha dispuesto en esta ocasión de mucho tiempo para pensar en la composición de su Gobierno y, en palabras de un ministro de enorme peso político lo tenía ya todo «en la cabeza». El portavoz socialista en el Senado, Ander Gil, se afanó por quitar hierro al asunto. «Es habitual que los presidentes se tomen unos días... Rajoy tardó diez días en 2016; no es malo y hay que tener en cuenta múltiples factores», adujo en La Sexta. La mayoría de los miembros de su partido, sin embargo, admiten en privado su sorpresa, aunque muy pocos se atreven a especular con las razones que subyacen tras la decisión de su jefe de filas para aplazar los nombramientos. Alguno apunta a un posible enfado con Pablo Iglesias y al deseo del secretario general del PSOE de demostrar que será él quien maneje los tiempos. Unidas Podemos apenas tardó ayer unos minutos, desde que concluyó el pleno, en desvelar nuevos datos sobre la estructura de la Vicepresidencia que desempeñará su líder.

El invitado ausente

No estuvo presente en la sesión de investidura pero su nombre resonó ayer con fuerza por todo el hemiciclo. El líder del PP primero y el de Vox después, aprovecharon su paso por la tribuna del Congreso para hacer un reconocimiento a la figura de Felipe VI tras los ataques de Esquerra Republicana de Catalunya y EH Bildu del domingo. «Es símbolo de la unidad y la continuidad histórica de España», dijo Pablo Casado. En ese momento, diputados del PP, Vox, Ciudadanos, Navarra Suma y Foro Asturias estallaron en aplausos, muchos de ellos puestos en pie. Incluso alguno profirió varios vivas al rey. Otro «viva» más cerró el discurso del presidente de Vox, que dijo «unirse al sentimiento de muchos españoles» en estos momentos de «zozobra».

«Si quieren ustedes defender a la Monarquía, eviten que la Monarquía se identifique con ustedes», advirtió el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias.

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