Diario de León

Sánchez gana la partida a Torra y no habrá relator en la mesa de diálogo

La Moncloa considera que lo primordial es que nadie se levante aunque no haya acuerdos

Pedro Sánchez  y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en Bruselas.

Pedro Sánchez y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en Bruselas.

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Este miércoles, si es que la batalla entre JxCat y Esquerra no lo frustra, echará a andar la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat sobre el conflicto político en Cataluña. Sus primeros pasos, reconocen en la Moncloa y lo comparten los republicanos, serán modestos porque hasta que Pedro Sánchez no tenga garantizada la estabilidad con la aprobación de los Presupuestos y Cataluña no cuente con un nuevo Ejecutivo no podrá tomarse decisiones de calado.

Serán seis por cada parte y sin relator ni mediador, pese al empeño de Quim Torra de contar con esta figura. Pedro Sánchez, los vicepresidentes Carmen Calvo y Pablo Iglesias, y los ministros Salvador Illa, Carolina Darias y Miguel Castells, es decir PSOE, PSC, Podemos y en Comú Podem, formarán la delegación gubernamental. La parte catalana no ha podido anunciar su alineación por el enfrentamiento entre JxCat y Esquerra, que ralentiza cualquier decisión política en Cataluña, por nimia que sea. Estarán Quim Torra y el vicepresidente Pere Aragonés, es muy probable que los consejeros Meritxell Budó (Presidencia) y Ester Capella (Justicia) también formen parte de un sexteto que se completará con otros dos miembros del Gobierno, uno posconvergente y otro republicano.

La agenda no está decidida, pero los gabinetes de Sánchez y Torra creen que lo primero será establecer la metodología de trabajo y hacer un diagnóstico de la situación. Se trata de crear un espacio «para el reencuentro», han señalado el presidente del Gobierno y la vicepresidenta Calvo. La otra parte no ha dicho nada, salvo las recurrentes apelaciones del presidente catalán al referéndum de autodeterminación y a la amnistía para los presos del procés, dos líneas rojas para la Moncloa.

La mesa de diálogo, al menos en la primera fase, será una forma de ganar tiempo sin acordar nada pero sin romper puentes. Como decía el histórico líder del PNV Xabier Arzalluz, barajar las cartas porque mientras se baraja nadie pierde y todos siguen en la mesa.

El momento de abordar el fondo del asunto, el conflicto político, quedará para bastante más adelante. Sánchez necesita tener asegurada la legislatura, o al menos la estabilidad parlamentaria durante un par de años, para hacer incursiones en terrenos resbaladizos. Unas garantías que dependen de la aprobación de los Presupuestos de este año, que a su vez penden de lo que decida Esquerra, en la Moncloa dan por perdido a JxCat para cualquier acuerdo.

AVANCES PARA AVANZAR

Los republicanos condicionan su respaldo a las cuentas a los avances en la mesa. Está por ver, por tanto, si los primeros pasos satisfacen las pretensiones de los de Oriol Junqueras.

Los representantes de las fuerzas soberanistas tienen asimismo un campo de acción limitado en las primeras reuniones porque tienen elecciones a la vista. Esos comicios se llevarán por delante a alguno de los miembros de la mesa, a Torra por supuesto ya que dejará de ser presidente y no podrá ser candidato a nada en cuanto la justicia ratifique su inhabilitación. Pero sobre todo, porque de las urnas saldrá una nueva correlación de fuerzas en Cataluña que puede variar el rumbo del procés. Si Esquerra se convierte en la fuerza hegemónica del soberanismo el clima de trabajo no parece, a priori, que vaya a ser el mismo si los que llevan las riendas son Carles Puigdemont, a través de Torra, y JxCat.

QUE SE DESPEJE EL HORIZONTE

Toca, pues, esperar a que se despeje el horizonte político en Madrid y Barcelona para entrar en los asuntos de fondo y alcanzar acuerdos de relieve.

La mesa, sostiene Pedro Sánchez «no va a dar frutos de manera inmediata», pero lo importante es generar «una dinámica de acuerdos» aunque sea sobre asuntos de poca monta. «Esa dinámica de conseguir acuerdos, abrirá las puertas a nuevo acuerdos» sobre cuestiones más relevantes, aventuró el presidente del Gobierno la noche del viernes en Bruselas.

De entrada, el líder de los socialistas catalanes propuso ayer explorar la vía de la reforma combinada del Estatut y la Constitución coronada por una votación en referéndum. Miquel Iceta apuntó que sería «una fórmula» para encontrar una salida al conflicto.

Un planteamiento que no está muy alejado de los que ha hecho el propio Sánchez. Pero es un escenario hoy por hoy improbable porque la reforma constitucional requiere el respaldo de dos tercios del Congreso, y la oposición del PP, Vox y Ciudadanos no va a plegarse a esa iniciativa.

Del mismo modo, la reforma estatutaria necesita el apoyo también de dos tercios del Parlamento de Cataluña, y esa mayoría es imposible en la actualidad porque para el soberanismo la etapa autonómica está superada.

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