Diario de León

Sánchez lleva a los territorios su discurso de unidad en busca de gasolina electoral

El PSOE cree tener la legislatura asegurada tras allanar el camino a los Presupuestos pero admite dudas sobre el próximo ciclo

Pedro Sánchez, ayer, con Javier Lambán. JAVIER CEBOLLADA

Pedro Sánchez, ayer, con Javier Lambán. JAVIER CEBOLLADA

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«No hace falta que cada portavoz que suba a la tribuna nos recuerde que su disposición a negociar no es un cheque en blanco; lo tenemos claro, sabemos cuál es la aritmética parlamentaria», aseguró el jueves en el Congreso la ministra de Hacienda a quienes le iban a ayudar a rechazar las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos presentadas por PP, Vox, Cs, Junts, Foro Asturias y Coalición Canaria. No lo decía por decir.

Los socialistas están convencidos de que lograrán aprobar las Cuentas de 2022 con una holgadísima mayoría y de que eso les acerca al objetivo de agotar la legislatura, pero asumen que el camino estará, como estos dos últimos años, lleno de altibajos.

En el mismo debate presupuestario, apenas dos días después de que Sánchez cerrara con Yolanda Díaz la crisis abierta en el seno de la coalición a cuenta de la negociación de la reforma laboral, el Ejecutivo se topó con un aviso de EH-Bildu también esgrimido por Más País o ERC: si quiere su apoyo -necesario para convalidar el real decreto ley que prevé enviar a la Cámara en diciembre- tendrá que recuperar la indemnización por despido improcedente y los salarios de tramitación anteriores a la reforma aprobada por el PP en 2012; un paquete que no está sobre la mesa. «Lo nuestro es una agonía permanente», ironizaba a la salida del pleno un dirigente del PSOE.

A pesar de la insistencia en que Pedro Sánchez apurará hasta el último día su mandato —lo que significa que las próximas generales podrían celebrarse incluso en enero de 2024 y no a finales de 2023, cuando España le corresponde la presidencia de turno de la UE— la tensión electoral impregna el ambiente.

La decisión de Yolanda Díaz de comenzar a construir ya una candidatura a la izquierda del PSOE que supere las siglas de Unidas Podemos dan muestra de ello. Y aunque los dos partidos del Ejecutivo entienden que se necesitan y se seguirán necesitando en el futuro, como reconoció hace unas semanas el propio presidente, ese proyecto de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo está detrás del mayor choque vivido en la coalición desde la salida de Pablo Iglesias del Gobierno. Frente al discurso optimista de que el fin de la pandemia y la recuperación económica (cuya robustez ha sido cuestionada por diversos organismos en las últimas semanas) ayudarán a mejorar notablemente las expectativas electorales de Sánchez de cara al próximo ciclo electoral, en la dirección del partido admiten que no hay razones para confiarse y mucho menos para relajarse.

Las encuestas que manejan en Moncloa indican, según aseguran, que los socialistas se han recuperado del golpe asestado el pasado mes de mayo en la Comunidad de Madrid por Isabel Díaz Ayuso y que el PP y Vox no alcanzan la mayoría absoluta. Sin embargo, en ningún caso mejoran los resultados obtenidos por el PSOE en 2019, mientras UP se hunde. Sánchez necesita que el proyecto de Díaz tire y saque votos de la abstención, pero sin robárselos a él.

El presidente del Gobierno lleva ya meses volcado en engrasar la maquinaria de su partido y aumentando su presencia en todo tipo de actos públicos. «Va a ir a todo lo que pueda», confirman en Ferraz. Su intención es, por lo pronto, estar presente en todos los Congresos regionales del PSOE. En algunos casos, como el de Navarra, el pasado 23 de octubre, no ha podido ser. Entonces se desplazó hasta La Palma para participar en una reunión sobre la gestión de la emergencia provocada por el volcán Cumbre Vieja. Pero este sábado estuvo en el de Aragón. Y mañana estará en el del PSOE de Andalucía. Las elecciones autonómicas son previas a las generales. El año que viene puede haber adelanto en Andalucía y Castilla y León pero el grueso irán a las urnas en la primavera de 2023. La impronta que marquen será clave. Y en los territorios, admiten en la cúpula del PSOE, hay más temor que en Moncloa.

Se da por hecho que allí donde no se logró formar Gobierno en 2019, el peor momento del PP, hay poco que hacer. Es el caso de Cantabria, Castilla y León o Murcia. Aunque seguirá dependiendo de Compromís, no se ven problemas para Ximo Puig en la Comunidad Valenciana ni para Guillerno Fernández Vara en Extremadura.

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