Diario de León

Sánchez ordena pasar página

Los socialistas admiten fallos en su gestión de la crisis por las macrogranjas levantada por el ministro de Consumo y se lamentan de haber servido en bandeja al PP su lema electoral para los comicios de Castilla y León

Pedro Sánchez, ayer, en Andalucía con el candidato Juan Espadas. PEPE TORRES

Pedro Sánchez, ayer, en Andalucía con el candidato Juan Espadas. PEPE TORRES

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«Hemos cumplido con el sector primario, no solo negociando una PAC que permitiera a España recibir las mismas cantidades que en el anterior mandato, también aprobando una ley de la cadena alimentaria que prohíbe las ventas a pérdidas». Pedro Sánchez todavía coló una frase sobre las políticas desplegadas por su Ejecutivo en favor de los agricultores y ganaderos españoles durante el acto de presentación de la candidatura de Juan Espadas a la presidencia de la Junta de Andalucía, ayer, en Granada. Pero fue una gota en océano. El presidente del Gobierno quiere pasar página de la polémica generada por la entrevista en la que el ministro de Consumo, Alberto Garzón, habló a The Guardian de su oposición a las macrogranjas que se instalan en la «España despoblada», contaminan suelos y aguas y «exportan» una carne de «peor calidad».

En la Moncloa y la dirección socialista entonan desde hace unos días el ‘mea culpa’ por la gestión de una crisis con la que creen haber regalado al Partido Popular casi diez días de campaña de cara a unas elecciones, las de Castilla y León, que pueden contribuir a generar, dicen, un clima de cambio, como ocurrió con las de la Comunidad de Madrid; un bache del que creián haberse repuesto. Los socialistas asumen que incluso para Unidas Podemos el episodio ha podido resultar positivo. No solo porque les ha permitido hacerse con un protagonismo que días atrás no habría estado a su alcance y agitar una bandera, la del ecologismo y la defensa animal, que se disputan con el resto de fuerzas de la izquierda, sino porque también propició una intervención de Pablo Iglesias que, desde su posición de comentarista político, obligó a Yolanda Díaz a escenificar, lejos de su tono habitual, un tirón de orejas al propio presidente del Gobierno.

Imagen de inestabilidad

En la Moncloa siguen pensando que Garzón nunca debió poner en cuestión productos españoles en un diario extranjero y que, como apuntó el ministro de Agricultura, Luis Planas, el martes pasado, sus palabras fueron «desafortunadas», pero admiten que la espiral contra el también coordinador general de Izquierda Unida en la que, primero barones socialistas como Javier Lambán o Emiliano García-Page y luego, aunque con otro tono y otra intención, el propio Sánchez o Planas se vieron envueltos, solo les perjudica a ellos y proyecta, dicen, una imagen de inestabilidad en el Gobierno. Por lo pronto la crisis ha servido para volver a poner de manifiesto que el presidente nada puede hacer contra un ministro de UP si no quiere poner en riesgo la coalición.

Fue el jueves, de hecho cuando —al ver que, lejos de achicarse con su desautorización, Garzón quería aprovechar para aumentar su presencia en los medios con nuevas entrevistas—, Sánchez corrigió el tiro y ordenó poner punto y final a una bola de nieve que llevaba ya rodando desde que el 3 de enero el presidente de Castilla y León y candidato autonómico del PP, Alfonso Fernández Mañueco, la lanzó en un acto. Se acabaron las entrevistas para todos, de un ala u otro del Ejecutivo.

Este sábado, el presidente del Gobierno pasó a la ofensiva contra los populares y los acusó de intentar «boicotear» la entrega a España de los fondos europeos con el reciente recurso presentado por el Gobierno de la Comunidad de Madrid contra una partida de 9 millones de euros a la Comunidad Valenciana, Extremadura, el País Vasco y Navarra ante el Tribunal Supremo y con la amenaza de Pablo Casado de elevar una denuncia a Bruselas por el supuesto reparto «arbitrario» de las ayudas. «No estuvieron en lo malo, la pandemia, ni están en lo bueno. Demuestran que el negacionismo político —dijo— también existe».

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