Diario de León

La socialista María Chivite presidirá Navarra con un Gobierno en minoría

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iván orio

María Chivite se convirtió ayer en segunda votación en la nueva presidenta de Navarra con los 23 votos del PSN y de sus socios Geroa Bai, Podemos y Ezkerra, y gracias a la abstención de cinco de los siete parlamentarios de EH Bildu, lo que le garantizó la mayoría simple en el Parlamento foral.

La dirigente socialista había asegurado la víspera en el debate de investidura que el acuerdo de gobierno suscrito con los nacionalistas y otras fuerzas de izquierda nace con «mirada larga», pero la realidad es que afronta un mandato debilitada de antemano por liderar un Gobierno en minoría, por el marcaje al que le va a someter la coalición soberanista y por el choque frontal con Navarra Suma.

Chivite intuía que Javier Esparza, presidente de UPN y portavoz de la entente integrada por su partido, PP y Ciudadanos, sería implacable con ella en el debate de la Cámara de Pamplona, pero lo que no se esperaba era la dureza de la intervención de la representante de EH Bildu Bakartxo Ruiz, quien le advirtió de que su oposición será «contundente».

La jefa del Ejecutivo foral ha expresado su confianza en que el «calor» y el «ruido» que han acompañado a las negociaciones para la formación del Ejecutivo y a la investidura en sí misma amainen cuando el Parlamento recupere su funcionamiento habitual y se instale un clima más templado que permita alcanzar acuerdos con formaciones de distinto signo.

La izquierda abertzale le ha marcado el terreno de juego en este sentido. Sus representantes le han expresado su malestar por haber sido excluidos de las conversaciones previas a la constitución del Gobierno, le han avisado de que son la llave «para abrir y cerrar» las propuestas de su Gabinete y le han recordado que la razón fundamental por la que le han dado vía libre para llevar el timón de la comunidad es «frenar» a Navarra Suma. «¿Cuando tenga que aprobar determinadas iniciativas, dónde va a mirar, a la derecha o a la izquierda?», le preguntó el jueves Ruiz a Chivite. «Mi obligación es mirar a la ciudadanía», respondió la presidenta para tratar de no cerrarse ninguna puerta.

Lo sucedido en la tensa sesión del jueves fue para la secretaria general del PSN un máster de equilibrismo político cursado desde la necesidad futura de recurrir a terceros para que el programa «progresista» rubricado con Geroa Bai, Podemos e IU se pueda llevar adelante. Y EH Bildu tenía la obligación de mostrar su cara más beligerante para dejar claro que su respaldo no es gratuito.

La principal destinataria del mensaje es la secretaria general del PSN, pero también lo es la propia militancia de la izquierda abertzale, a la que la dirección de la coalición debe convencer de que el paso que se ha dado tendrá contraprestaciones en materias sociales. Sin embargo, el aviso a navegantes de Bakartxo Ruiz a Chivite puede tener un efecto bumerán porque ambos grupos están casi forzados a entenderse si no quieren que Navarra Suma bloquee la gobernabilidad desde la fuerza que le conceden sus veinte escaños. Para Bildu sería muy difícil explicar pública e internamente que su oposición puede poner en riesgo la acción del Ejecutivo y, por consiguiente, dar alas a las formaciones de derechas.

En las filas socialistas no ocultan que la nueva presidenta tiene un difícil camino por delante para apuntalar la legislatura y que se producirán situaciones difíciles de gestionar. A pesar de todo sus analistas interpretan que, tras algunos fiascos del pasado en los que el PSN pudo gobernar y no lo hizo, un ‘echarse a un lado’ de Chivite podía haber provocado cierta incomprensión entre las bases y los simpatizantes y abrir una vía más ancha a las fuerzas abertzales en el futuro cuando, a día de hoy, la comunidad foral es mayoritariamente constitucionalista.

Ya lo advirtió el líder del PSOE, Pedro Sánchez, en Pamplona en la campaña electoral del 26-M, cuando aseguró que los ciudadanos de la comunidad foral debían elegir entre «avanzar» con un Ejecutivo socialista o verse «paralizados» por «la tenaza del nacionalismo».

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