Diario de León

Tensa calma entre España y Marruecos tras la salida del líder del Frente Polisario

El PP reclama la dimisión de la ministra de Exteriores por su «nefasta gestión» de la crisis diplomática

El presidente argelino, Abdelmayid Tebune, y el jefe del Ejército, visitan a Gali, en un hospital militar de Argel. REPÚBLICA DE ARGELIA

El presidente argelino, Abdelmayid Tebune, y el jefe del Ejército, visitan a Gali, en un hospital militar de Argel. REPÚBLICA DE ARGELIA

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EFE

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La salida de España del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, para terminar su recuperación en un hospital de Argelia ha abierto un paréntesis de tensa calma entre España y Marruecos, que mantienen sus posiciones respecto de la crisis que les enfrenta y en la que ambos reclaman «confianza y respeto» como base para una buena relación de vecindad.

La vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, reiteró ayer que las relaciones con Marruecos «tienen que ser buenas», pero España no modificará su postura en el Sáhara Occidental para reconocer la marroquinidad de la excolonia española, como pretende el reino alauí.

También el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, expresó su deseo de que se mantenga la «intensa» cooperación con Marruecos, un país «con el que las relaciones siempre se han basado en la buena vecindad y en la cooperación, y evidentemente en el respeto mutuo». «En la vida tenemos que tener siempre no solo la vista corta sino también la vista larga y yo creo que está claro que nuestros intereses, como no puede ser de otro modo desde el punto de vista estratégico, confluyen claramente».

Gali salió la pasada madrugada de España desde Pamplona tras 54 días de hospitalización en Logroño a bordo de un avión argelino para proseguir su recuperación en ese país tras declarar por videoconferencia ante un juez de la Audiencia Nacional sobre dos causas abiertas por presuntos delitos de lesa humanidad, genocidio y torturas.

Tras tomarle declaración, el juez Santiago Pedraz rechazó enviarle a prisión provisional o retirarle el pasaporte y optó por dejarle libre y sin medidas cautelares en su contra, aunque acordó que aporte un domicilio y un teléfono para estar a disposición de la Justicia.

El gobierno marroquí no se ha pronunciado todavía sobre los acontecimientos de estas últimas horas salvo por la agencia oficial que anoche dedicó un largo artículo a lo que llamó «una parodia de Justicia» (la española). El artículo llega a definir lo sucedido ayer en la comparecencia a Gali como «una audición expeditiva para cargos dignos del proceso de Nuremberg, sin ninguna atención a las víctimas por parte de la Fiscalía ni del juez de la Audiencia Nacional».

Precisamente la entrada de Gali a España para tratarse del covid desató el enfado de Marruecos, que permitió la salida en tromba de unas 10.000 personas que entraron a Ceuta. Si bien Marruecos aceptó la devolución de 8.000 en las siguientes horas, atrás quedan más de 1.000 menores no acompañados que el país vecino no aceptará de regreso hasta que se resuelvan los «complejos procedimientos administrativos y judiciales» necesarios.

De puertas para adentro, el Gobierno sigue sin contar con el respaldo del principal partido de la oposición para afrontar la crisis. El secretario general del PP, Teodoro García Egea, exigió ayer la dimisión «inmediata» de la ministra de Asuntos Exteriores por su «nefasta gestión» en la controversia con Marruecos y el «oscurantismo» con que ha manejado la entrada y salida de del líder del Frente Polisario. Arancha González Laya «generó una crisis diplomática de primer orden y el Gobierno tiene nulo peso en política exterior».

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