Diario de León

Torra y Aragonès colisionan por la negativa del president a condenar los disturbios

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Las escenas de violencia que se viven en las calles de Cataluña desde el pasado lunes han agravado la crisis en el Gobierno catalán. Enfrentados los dos socios, JxCat y ERC, en continua pugna electoral, la división se hizo ayer más patente si cabe y la protagonizaron los dos hombres fuertes del Ejecutivo, el presidente y su números dos. En ERC critican que Quim Torra va por libre, porque igual que llama a la gente a que se movilice hasta las últimas consecuencias, envía a los Mossos para que disuelvan las movilizaciones. O prefiere actuar como activista, se niega a pedir calma a pesar de los disturbios, se resiste a condenar la violencia y, tras quitarse el traje y la corbata, se une a una de las marchas de la ANC y Ómnium. Esta crisis de autoridad enfrentó ayer a Torra con Pere Aragonès.

En Esquerra habían reclamado al presidente de la Generalitat que a la vista de lo que ocurrió el martes por la tarde y noche en Barcelona, Tarragona, Gerona, Lérida y Sabadell compareciera en público y llamara a la tranquilidad. Porque salvo una tímida declaración de la consejera de la Presidencia en TVE el martes por la noche, nadie en el Gobierno catalán salió a dar la cara mientras los contenedores ardían a todo trapo, y los manifestantes y la Policía se intercambiaban golpes.

Torra se negó el martes por la noche y se negó ayer durante todo el día. Es la misma posición que adoptó cuando la Audiencia Nacional envió a prisión a los siete CDR detenidos por terrorismo. Ese rol de activista del presidente de la Generalitat precipitó ayer una reunión del núcleo duro del Gobierno en el Palau de la Generalitat a primera hora de la mañana. Sobre la mesa, además, estaba la cabeza del consejero del Interior, en el ojo del huracán por la actuación de los Mossos el lunes en el aeropuerto ante la protesta del Tsunami Democràtic, y el martes en las algaradas protagonizadas por los CDR.

A la reunión acudieron Torra, Aragonès, y los consejeros Meritxell Budó y Miquel Buch. Fuentes oficiales apuntaron que ni el consejero de Interior presentó su dimisión ni nadie se la pidió. Buch dijo no obstante que siempre está sujeto a presentar la dimisión. «No soy el primero, forma parte de la normalidad. Ahora mismo estoy concentrado en garantizar el orden público de este país y el derecho a la manifestación», dijo. Todos son conscientes de que a nadie le interesa una crisis de gobierno en una situación tan complicada como la actual, con la calle encendida y el Ejecutivo central vigilante para tomar medidas.

Tras salir de la reunión casi a la carrera, ya que los consejeros aún permanecieron en el Palau de la Generalitat, Torra se sumó a las marchas de la ANC, donde evitó salir en defensa de su consejero y de los Mossos. Torra se negó a condenar la violencia, evitó ninguna referencia a la crisis de Gobierno y no hizo ninguna alusión a los disturbios.

Pero Aragonès hizo una enmienda a la totalidad al president. A través de la agencia oficial ACN, llamó a la calma, a la serenidad y a la responsabilidad de «todos».

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