Diario de León

El último vampiro de León

Alejo Ibáñez es el autor de ‘Amancio, vampiro de pueblo’, una novela basada en la cinta homónima del cineasta, que narra las desventuras de un vampiro en un pueblo despoblado

El cineasta y escritor leonés Alejo Ibáñez. MARCIANO PÉREZ

El cineasta y escritor leonés Alejo Ibáñez. MARCIANO PÉREZ

León

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—¿Cómo surge la idea y por qué de crear a Amancio?

—Amancio surgió como un proyecto audiovisual hace ya siete años. Queríamos hacer un corto a medio camino entre la comedia negra y el terror. La intención era retratar a los personajes solitarios que han permanecido inalterados a lo largo de los años, anclados a su tierra, a su casa y en el caso de Amancio, que además es un alcohólico, también a la barra. En algunos aspectos podría considerársele como el último de su especie en estos tiempos líquidos. Dado que es inmortal, cuando Amancio se reincorpora a la época actual tras sus años de soledad, su visión diametralmente opuesta acerca de la vida chocará frontalmente con los tiempos actuales. Esa contradicción generará tensiones y, espero, que también la comedia.

—¿De qué manera pasaste de la imagen visual de Amancio a la que muestras en el libro?

—A raíz del éxito del corto durante su distribución nacional e internacional, me planteé la posibilidad de convertirlo en una serie. Sin embargo, y a pesar de varias reuniones con productoras y plataformas audiovisuales, el proyecto no fructificó. Este proceso coincidió con la pandemia, por lo que me propuse que todo aquel material que había desarrollado no se quedase en el tintero y me decidí a transformarlo en una novela, una idea que había acariciado muchas veces pero que nunca había llevado a término.

Para mí, la escritura de la novela ha sido más placentera que la del guión porque no había un presupuesto ni una logística que me limitase a la hora de crear. El personaje realmente es el mismo aunque la literatura me permitía explayarme. Podía dejar volar mi imaginación y eso me permitió llevar más lejos a Amancio en todos los sentidos.

—El capítulo del nacimiento de Amancio ya nos da pistas de lo que ocurrirá al final de la obra.

—Sinceramente, nunca me lo había planteado así aunque siempre me han atraído las estructuras circulares por lo que quizá, inconscientemente, lo haya reflejado en la novela. Amancio para mí representa una serie de valores, los mismos que mis abuelos me transmitieron, propios de un mundo que se está desintegrando ante nuestros ojos y, de alguna manera, hace lo único que puede hacer (además de morder a la gente), que es aquello que le enseñaron de pequeño.

—Amancio nace a principios del siglo pasado, lo que te da pie a realizar un recorrido histórico del siglo XX. ¿Cómo cuentas la guerra civil en León a través de sus ojos?

—La guerra civil está presente en la novela como no podía ser de otra manera porque la historia narra la vida de Amancio desde 1902 hasta el día de hoy. Sin embargo, he preferido ceñirme a lo que conozco por mi familia y ello implicaba tratarla de forma tangencial. Amancio procede de la zona del Órbigo y esa comarca no fue un frente de guerra. Además, Amancio no es llamado a filas debido a sus pies planos. Lo que sí aparecen retratados son las consecuencias de la victoria franquista: Los fusilamientos, las penas de cárcel, las multas o el ostracismo al que fueron condenadas las personas del signo político contrario. Amancio también se verá apartado de la sociedad aunque es su caso se deba más al hecho de que es un inadaptado amoral sin encaje posible en una comunidad regida por los nuevos cánones nacional-católicos imperantes en la posguerra.

—En la novela has tenido que crear el personaje de Amancio desde el principio. ¿Cómo fuiste articulando la historia?

—Partí desde el momento presente en que se ambientaba el corto y decidí retrotraerme hasta su nacimiento. Habitualmente en el caso de los vampiros, no se suele contar su vida más allá del momento de la conversión pero a mí me apetecía narrar de dónde surgía Amancio. Mi idea era que la transformación vampírica no debía modificar el carácter humano del protagonista y por eso quería proyectarlo hasta el pasado. A partir de ahí, me resultó más fácil ir encajando las piezas porque, a pesar de las elipsis temporales entre unos capítulos y otros, la historia avanzaba en orden cronológico hasta el presente.

—El libro tiene dos partes. La primera termina con la muerte de Rosenda, que da pie a la segunda parte, que es propiamente el guión de la película. Cuenta un poco de qué manera está estructurada.

—La primera parte cuenta la vida humana de Amancio, desde su nacimiento hasta su muerte en 1964. La segunda narra su existencia como muerto viviente desde que resucita hasta la muerte de su cuñada Rosenda en 1992. La tercera y última parte abarca desde el momento en que se queda en completa soledad hasta la pandemia del Coronavirus. Ya desde el cortometraje, me resultaba muy interesante mostrar a un vampiro desnudo de artificios. Mi referente nunca fue Drácula o cualquier otro chupasangre con una fuerza sobrehumana o la capacidad para transformarse en otros animales. Mi idea era más cercana a los vampiros de Centroeuropa, donde las víctimas condenadas a la sed eterna regresaban de sus tumbas para atormentar a sus seres queridos. Como Amancio careció de un mentor que le mostrase la idiosincrasia vampírica, ha ido lidiando con su nueva condición a base de ensayo y error. Al mismo tiempo, su familia se vio en la obligación de ayudarlo y protegerlo aunque eso les convirtiese en sus colaboradores necesarios porque eso también es lo que a ellos les enseñaron. Entonces no se dejaba a nadie atrás, eso resultará una suerte para Amancio aunque no tanto para su familia. Él solo repara en sí mismo, lo que a largo plazo, le sentenciará a la soledad perpetua.

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