Diario de León

El belga que no se achantó ni ante Franco

Víctor del Reguero reedita ‘Las gafas del belga’ con documentos y fotografías inéditas de la historia de la MSP

Marcelo Jorissen junto a José Luis Aguirre, padre de Esperanza Aguirre, en un consejo de MSP. Abajo, plaza de Lazúrtegui, un grupo de mineros y construcción de la central térmica.

Marcelo Jorissen junto a José Luis Aguirre, padre de Esperanza Aguirre, en un consejo de MSP. Abajo, plaza de Lazúrtegui, un grupo de mineros y construcción de la central térmica.

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Han pasado seis años —casi siete— de la publicación de Las gafas del Belga, el ensayo de Víctor del Reguero que, a través de la biografía de Marcelo Jorissen, cose el tapiz de la minería en la comarca del Bierzo y Laciana. Destaca el autor que la nueva edición ofrece datos inéditos gracias a la disponibilidad de fuentes que en la anterior ocasión no pudieron ser consultadas. Un ejemplo es la creencia de que nunca estuvo previsto afrontar la posibilidad de poner en marcha unos altos hornos en Ponferrada. Los documentos demuestran que en torno a 1918 y 1950 se intentó montar esta infraestructura industrial que podría haber cambiado el futuro de la provincia más allá de la explotación minera. Así se refleja en numerosos documentos que demuestran los viajes que el conde de los Gaitanes realizó a Alemania con técnicos de la Minero Siderúrgica de Ponferrada. Además, hubo intervenciones de ingenieros británicos, como Humphrey Maurice Morgans, enviado por la empresa Taylor a Ponferrada para marcar la orientación de gestión de MSP. «La flamante sociedad está muy por encima de todas sus competidoras cercanas en capital e influencia. Los socios han hecho y dado a conocer en la prensa prometedores planes para Villablino y Ponferrada: un ferrocarril entre la cuenca y la ciudad, en la que se van a construir los altos hornos y la acería para producir hierros y aceros. Se habla, también, de hacer un segundo enlace férreo entre Ponferrada y Villaodrid, como una oportunidad para dar una segunda vida a los hornos de calcinación que allí existen, inactivos por el declive de la compañía en la que participan varios de los que lo hacen en esta, pero esta idea no tardará en ser completamente descartada «dada la magnitud de su coste».

Lejos de constituir una historia empresarial al uso, un estudio de tipo económico o una mera biografía del citado personaje, la nueva edición de Las gafas del Belga recoge la imbricación, singularidad e importancia que desde todos los prismas tuvo la actividad industrial y su influencia por medio de los trascendentales cambios sociales, demográficos, urbanísticos que convirtieron el Bierzo y Laciana en dos comarcas punteras en el desarrollo industrial del país. Muestra de este aspecto es que el trabajo, lejos de ocuparse únicamente de una empresa y actividad, aborda en sus pasajes la historia e intrahistoria de otras sociedades y hechos, como las primeras centrales hidroeléctricas y, más tarde, la actividad de una sociedad de referencia como Eléctricas Leonesas (Elsa), fundamental en la distribución eléctrica de la provincia.

La obra también profundiza en la construcción de los embalses leoneses de la época (Barrios de Luna, Bárcena, Fuente del Azufre o Villameca); en la llegada de Endesa a Ponferrada y la construcción y puesta en servicio de sus dos centrales térmicas y otras instalaciones; los inicios de la cuenca antracitera más importante del país, la de Fabero; y la vinculación entre MSP y Cementos Cosmos con la creación de la fábrica de cemento a mediados de los años veinte y sus sucesivas ampliaciones.

La nueva edición se complementa con una exposición sobre Jorissen en el Museo de Sabero, y revela además detalles sobre cómo se llevó a cabo la operación por la que MSP se hizo con los terrenos de Ponferrada y la complicidad de alcaldes y concejales para que fuera posible. «Se amenazó a los propietarios para conseguir la venta a cambio de cantidades irrisorias los terrenos», denuncia Víctor del Reguero.

Presos políticos

Si bien en la primera edición de Las gafas del Belga ya se hablaba del uso de mano de obra esclava para trabajar en las minas, es en esta cuando más datos se aportan acerca de los presos políticos que se vieron obligados a bajar al tajo para redimir las penas de cárcel a cambio de un jornal de miseria. En los primeros años cuarenta, dada la escasez de mano de obra especializada y la necesidad de grandes cantidades del único combustible fósil de que dispone el país, todos los mineros encarcelados pasan a prestar trabajos forzados. La mayoría no tiene otro remedio que hacerlo para redimir su condena y, sobre todo, para sostener a su familia con la mísera cantidad —en gran proporción, decomisado por el Estado— que se les entrega como jornal, menos de una peseta diaria. Las sociedades Antracitas de Gaiztarro, Minas Moro y Minas del Bierzo instalan destacamentos penales en Fabero y Matarrosa del Sil, acogiendo en conjunto unos 300 presos para trabajar en sus explotaciones. La del destacamento penal es la fórmula más común, concediendo a una empresa que lo solicite un número de trabajadores, garantizando la disposición de mano de obra experimentada en un momento en que se necesita, y pingües beneficios por el ahorro de gran parte de sus salarios. MSP establece a partir de 1941 un destacamento penal en Orallo y otro, de menor dimensión, en Villaseca de Laciana. El primero cuenta con 120 reclusos y se instala en la casa de la familia Barrero, que la empresa hace suya como garantía de una hipoteca que los propietarios, que sufren duramente la represión, no pueden levantar hasta el final de la década. El segundo destacamento, con unos 40 presos, se asienta en el edificio que ha sido Casa Social Católica, en manos de la compañía minera por similar motivo.

Una de las críticas que los desconocedores de la figura de Marcelo Jorissen le han hecho de manera sempiterna es su carácter franquista. «Nada más lejos de la realidad», destaca Víctor del Reguero, que asegura que fue un exiliado y un europeísta convencido de corte liberal. De hecho, durante sus estudios universitarios en Madrid se hospedó en una de las principales obras de la Institución Libre de Enseñanza, y es conocida su anécdota con el dictador: «A pesar de no mostrar nunca el más mínimo interés por la política activa, por considerarse y saberse técnico y gestor, un hombre de empresa dentro del más puro liberalismo, sus cargos obligan a Marcelo Jorissen a mantener encuentros y audiencias con políticos de primera y segunda fila, e incluso con el jefe de Estado. En uno de los primeros, Franco le preguntará a modo de bienvenida si su mujer pertenece a la familia Rodríguez y Rodríguez, añadiendo el segundo apellido después de una forzada pausa. Los Rodríguez, originarios de Laciana y con un fuerte peso en el comercio madrileño, han tenido en el pasado un gran vínculo con el republicanismo, algo que es de dominio público. Un Jorissen atónito responde afirmativamente, y anticipándose a la que barrunta como siguiente pregunta añade: «Y yo he estudiado en la Residencia de Estudiantes».

De hecho, nunca le dolieron prendas para defender lo que consideraba justo incluso con el peligro de ser sancionado por ello. Así, su negativa a patrocinar a los jesuitas desde MSP terminará con una multa impuesta a la empresa por el Consejo de Ministros, y un apercibimiento personal a él en 1948. Eran los peores años de la dictadura franquista. Fracasado su proyecto, los jesuitas solo pueden construir la iglesia de San Ignacio en Ponferrada. Y es que, como buen liberal, Marcelo Jorissen nunca dio su brazo a torcer con lo que creía su responsabilidad.

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