Diario de León

«Con la transición aún no hay distancia»

l Luis de León novela en ‘Los durmientes’ el difícil paso del franquismo a la democracia. LOS DURMIENTES Luis de León Ed. Fórcola, Madrid, 2016. 368 páginas

TONI ALBIR

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Publicado por
JOSÉ OLIVA
León

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E l periodista y escritor Luis de León, que acaba de publicar la novela Los durmientes , en el que retrata el paso del franquismo a la democracia, aseguró que todavía «no hay perspectiva histórica para abordar con distancia la transición democrática española».

En una entrevista concedida poco antes de la presentación de su libro en Barcelona, Luis de León precisó que esa distancia es todavía necesaria, «sobre todo, porque los problemas que la transición no supo resolver siguen vigentes, por ejemplo la cuestión de las autonomías». Piensa el autor que todo eso «provoca que no haya una tranquilidad y distancia suficientes para hacer un análisis riguroso de lo que significó la transición, que tuvo sus aspectos positivos, pero también negativos».

A su juicio, el gran acierto de los protagonistas de la transición fue «traer la democracia», y el fallo fue que «no se supo construir o cerrar el estado autonómico, y a lo mejor el café para todos no fue la mejor solución».

Los durmientes (Fórcola Ediciones) es una novela realista, «una novela disfrazada de novela de espionaje» que trata de lealtades y traiciones. Los durmientes a los que alude el título conforman una red de espionaje soviético que está dormida, que no está en activo hasta que los ‘despiertan’ en la central. La novela trata asimismo de aquellos franquistas que acabaron contribuyendo a traer la democracia, «gente que colaboró con el franquismo de manera entusiasta, y que con el tiempo, al ver que el franquismo no iba a durar eternamente, fue cambiando».

Algunos evolucionaron realmente como Dionisio Ridruejo, pero, advierte Luis de León, «la mayoría era gente que cambió más bien por interés, porque eran conscientes de que la democracia tenía que restablecerse y pasaron a formar parte de la oposición democrática de una forma más o menos militante».

El protagonista de la novela, Jaime Monasterio es, según el autor, «un arquetipo del hombre que empieza con sus entusiasmos franco-fascistas, lo destinan a Roma como periodista, donde asiste a la caída del fascismo de Mussolini, y sufre un trauma cuando se da cuenta de que estos regímenes a veces son de cartón piedra».

Monasterio pasa por diversas vicisitudes, pues durante la II Guerra Mundial empieza a trabajar como espía para los alemanes por dinero; es además vaticanista y acaba trabajando para el espionaje ruso en asuntos del Vaticano; y finalmente vuelve a España y participa en la transición política dentro de la UCD. En sentido estricto, añade De León, gente como Monasterio son «traidores, pues traicionan los principios del régimen, pero a veces la traición puede no tener una connotación negativa».

Luis de León, actualmente responsable del departamento de Documentación y Análisis de la Agencia Efe, optó por una novela y no un ensayo, porque «la no ficción requiere ir a fuentes y hay muchos archivos interesantes que no son accesibles y nunca lo serán», y cita como ejemplo el del Alto Estado Mayor, el del servicio de documentación que llevaba Carrero Blanco o incluso el archivo de Asuntos Exteriores, que estuvo abierto un tiempo y que ahora ha cerrado nuevamente.

Confiesa que el protagonista «está basado ligeramente» en la figura de su padre, aunque él no fuera espía, pero sí fue corresponsal durante muchos años en Roma, trabajó en la II Guerra Mundial y tuvo una trayectoria parecida a estos hombres, que comenzó con el entusiasmo por el régimen y luego fue cambiando.

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